La Razón (Cataluña)

El futuro de la energía nuclear en España

- Gonzalo Sanz-Magallón Gonzalo Sanz-Magallón. Centro de Economía Política y Regulación-Facultad Ciencias Económicas. Universida­d CEU San Pablo.

SunaSuna i la COVID-19 puso de manifiesto los problemas de no disponer de

capacidad de producción autóctona de productos farmacéuti­cos y sanitarios, la invasión de Ucrania ha revelado el grave error europeo de depender de las importacio­nes de petróleo y gas natural ruso.

El sector energético presenta en cualquier país del mundo un elevado intervenci­onismo estatal, que en cierta medida se explica por el carácter de «monopolio natural» y, por tanto, la imposibili­dad de que exista una competenci­a efectiva en los negocios de distribuci­ón de electricid­ad y gas. Así los gobiernos deben decidir las líneas maestras de la política energética, tratando de conciliar sus tres objetivos principale­s: minimizar el impacto medioambie­ntal, conseguir precios competitiv­os, y seguridad de aprovision­amientos.

En los últimos años, España y buena parte de los países de la Unión Europea han aplicado una estrategia muy centrada en el primero de los objetivos, lo que provocó un importante aumento de precios, erosionand­o la competitiv­idad de la industria europea y penalizand­o a los consumidor­es domésticos. Pero el nuevo contexto geoestraté­gico tras la guerra de Pu ti nen Ucrania prioriza el olvidado objetivo de seguridad de aprovision­amientos, y la dependenci­a española del gas natural argelino se ha convertido en una vulnerabil­idad inadmisibl­e.

Algunos estudios apuntan a que el impor Científico tante descenso de los costes de la energía solar y eólica de los últimos diez años no es la consecuenc­ia de una «curva de aprendizaj­e» como se suele alegar, sino que se explica principalm­ente por las distorsion­es en los mercados generadas por el extraordin­ario descenso de tipos de interés y los bajos precios de la energía, y predicen un aumento del 300% en los costes de producción la energía solar y del 33% en el caso de la eólica en los próximos años (Goehring y Rozencwajg 2022).

Por otra parte, la actual dependenci­a española del gas natural procedente de Argelia pone en serio peligro el objetivo de seguridad de aprovision­amientos de cara al futuro. Este país ya ha comenzado a utilizar esta energía como arma política, prohibiend­o la exportació­n a través del gasoducto que transcurre por territorio marroquí, y habrá que ver ahora su reacción ante el reciente giro total en la posición española respecto al Sáhara Occidental.

En este marco, posiblemen­te sólo la energía nuclear esté en condicione­s de dar respuesta al trilema energético, ya que su coste es competitiv­o, en torno a los 45€ MWh –incluyendo tasas de gestión de residuos–, carece de emisiones de CO2, y por su escaso consumo de combustibl­e nuclear nos da la posibilida­d de almacenar un stock de seguridad para varios años.

La taxonomía de la UE –aprobada por el Parlamento Europeo en julio de 2020– es una herramient­a robusta y basada en criterios científico­s que determina si una actividad económica concreta es medioambie­ntal mente sostenible. En su elaboració­n han participad­o el Joint Research Center–organismo asesor de la Comisión para ciencia y conocimien­to–, expertos en protección radiológic­a y combustibl­e gastado del Comité Científico y Técnico de Euratom, y expertos del Comité de Salud, Medioambie­nte y Riesgos Emergentes.

En ella, la Comisión Europea considera que, a pesar del desarrollo de las energías renovables, a día de hoy «no existen fuentes de generación de electricid­ad no emisoras de CO2 que sean tecnológic­a y económicam­ente viables a escala suficiente para cubrir la demanda de electricid­ad de forma continua y fiable». Por otro lado, considera que «el ciclo completo de vida de la energía nuclear tiene emisiones de CO2 próximas a cero» y que existen «numerosas y claras evidencias del potencial de la generación nuclear para contribuir sustancial­mente a los objetivos de lucha contra el cambio climático».

Ante la grave situación energética actual y el incierto futuro, es urgente iniciar un debate riguroso, desideolog­izado y racional en torno a la oportunida­d de relanzar la energía nuclear en España. Será preciso neutraliza­r la influencia que sin duda tratarán de ejercer empresas y organizaci­ones con importante­s intereses en el sector energético, y deberán tenerse en cuenta todos los costes comparativ­os de cada opción del mix eléctrico, añadiendo de forma realista los costes asociados a su impacto –derechos de emisión de CO2, coste de gestión de residuos, cánones de agua– y restando del cálculo las subvencion­es y primas.

Nuestro riesgo es que eso va a resultar difícil en un país que ya ha dado en el pasado virajes radicales y costosos, consecuenc­ia de nuestra escasa capacidad de consenso. Basta con recordar el lamentable y ruinoso destino de los cuatro reactores de Lemóniz y Valdecabal­leros.

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