¡Cuánto pinta la Filosofía hoy!
► Estamos ante una obra distinta sobre la historia de la pintura. Pero, ¿cómo «se pinta» la Filosofía? Este ensayo imprescindible da las claves
Últimamente se está poniendo de moda la elaboración de libros sobre la historia de la pintura que intentan librarnos de prejuicios o academicismos encorsetados que hayan dado validez a apreciaciones convertidas ya en axiomas. Y esta parece haber sido la intención de Michael Onfray en «El cocodrilo de Aristóteles. Una historia de la filosofía a través de la pintura» (traducción de Rosa Bertrán y Marta Bertrán Alcázar) a partir de treinta y tres obras realmente interesantes. Pero, ¿cómo se «pinta» la filosofía? Este especialista en el mundo filosófico, muy popular en su país y de prestigio internacional, ha elegido un método para ello. De tal manera que se fija en un objeto pintado para ilustrar el pensamiento de autores relevantes. Empieza refiriéndose a un lienzo de Rembrandt, «Filósofo meditando», cuyo título en realidad esconde un tema bíblico que es lo que debería ser comentado en primera instancia, aunque los historiadores del arte no lo hayan hecho a su juicio. El ejemplo le sirve para ilustrar cómo es de necesario poner bien el foco analítico. Es más, según Onfray (nacido en Argentan, Francia, en 1959), la Filosofía no empezó en la antigua Grecia, con los presocráticos, en el siglo VII antes de nuestra era, al hacer un paralelismo con la pareja formada por Dios y Cristo: Platón sería el idealista, y a su profeta, Sócrates, que no escribió nunca nada y que, simbólicamente, fue crucificado por la democracia ateniense. Como decíamos, en el libro se ofrece un elemento de un cuadro protagonizado por un filósofo para darnos otra perspectiva de la pintura, como en el primer caso, Salvator Rosa, con «Pitágoras y el pescador»; lo que lleva a Onfray a explicar que «en la concepción del mundo de Pitágoras, el alma de su padre podría muy bien reencarnarse en el cuerpo de un gato o de un perro, de un buey o de un pez». Y lo mismo hace con Anaxágoras y un candil, con Heráclito y unas lágrimas, con Diógenes y una lámpara, con Aristóteles y un cocodrilo... y así pasando por otros autores fuera del marco antiguo grecolatino como Agustín, Descartes, Kant, Montaigne, Rousseau, Voltaire o Nietzsche.