«Todo en ‘‘Cien años de soledad’’ es prodigioso, y más pasado el tiempo» Juan BELTRÁN
► En plena presentación de su nuevo disco, el cantante y compositor recomienda un libro fundamental y eterno: «Cien años de soledad»
Javier Ruibal se ha unido a la gallega Uxía para publicar un nuevo disco de la mano de Rosalía de Castro y García Lorca. «De tu casa a la mía» es un homenaje a la obra de dos grandes poetas a través de la versatilidad musical, talento y exquisitez de estos artistas. En plena presentación del disco, el cantante y compositor recomienda la lectura de «Cien años de soledad», de Gabriel García Márquez y, en general, de todo el realismo mágico.
¿Cuándo fue la primera vez?
Tendría unos 18 años y me hablaron de esta maravilla, aunque con ese título pensé que iba a ser algo pesado, bastante melancólico, y estuve un año dándole largas. Fue maravilloso leerlo, con esa prosa lúcida y brillante. Marcó en mí un antes y un después.
¿Por qué este libro?
Me fascinó que en un pueblucho recóndito e insignificante, Macondo, como era el mío y tantísimos otros en España y Suramérica, pudieran ocurrir cosas tan extraordinarias y divertidas. Los demonios familiares reverenciados, los muertos que hablan a diario, ese alquimista, Melquíades, envuelto en el misterio, el respeto pactado entre todos, la anunciada llegada de los platillos volantes, la exuberancia de imágenes y diálogos... Todo es un prodigioso y, pasados los años, mucho más.
¿Qué encuentra en él?
Que los personajes son apasionantes y que de lo cercano al autor nace la mejor literatura. Contar lo que conoces bien te hace mejor escritor que fabular alrededor de lo que no te pertenece.
¿Aprendió algo?
El ritmo del relato, siempre adelante salvo retrocesos ajustadísimos y digresiones impecables y deliciosas. Creo que me orientó y enseñó a hacer de cada canción un buen cuento. Es una lección magistral en todos los sentidos.
¿Qué destaca de Márquez?
Que no ha sido un escritor afectado por el éxito y la popularidad, y sí con mucho orgullo de su país y toda la América hispano-hablante, con una actitud firme y sin fisuras en el convencimiento de los valores de nuestra cultura y de las tremendas desigualdades que sufre el cono sur americano. Tuve ocasión de hablar con él y preguntarle si prefería que estimaran su lenguaje perfeccionista y a un tiempo llano o su imaginación desbordante. Me respondió: «Yo escribo para que me quieran».
¿A quién lo recomienda?
A cualquiera, pero pronto, leerlo en la adolescencia te hace dar un estirón intelectual muy notable.