La Razón (Cataluña)

Un graduado a los 101 años

«Merrill Pittman Cooper acaba de demostrar que nunca es demasiado tarde para cumplir un sueño»

- Esther S. Sieteigles­ias

En 1934, Merrill Pittman Cooper comenzó a estudiar en el Instituto Storer College de Harpers Ferry, en Virginia Occidental, fundado para los hijos de esclavos. Durante cuatro años se preparó para ir a la universida­d. Quería ser abogado. Hijo de madre soltera, le costeó la matrícula, hasta que, en 1938, en su último año de instituto, ya no pudo seguir pagando sus estudios. Cooper no pudo graduarse y veía como se esfumaba su sueño universita­rio, pero no quería que su madre sufriera más y decidieron mudarse a Filadelfia, Pensilvani­a, junto a la familia materna.

En Filadelfia, Cooper comenzó a trabajar en una tienda de ropa femenina para mantener –ahora él– a su madre. En 1945, se convirtió en el primer afroameric­ano en ser conductor de trolebús de la ciudad. Algunos pasajeros le decían de todo cuando se montaban, incluso, en ocasiones subió a bordo la Guardia Nacional para «mantener la paz». Con todo, Cooper siempre lamentó no haberse graduado. Hasta que, en 2018, durante un viaje a su antiguo estado, comenzó a moverlo junto a sus hijos y los Colegios del Condado de Jefferson (JCSWV), en Virginia Occidental, le han ayudado a lograr otro hito.

Al hablar con Bondy Shay Gibson-Learn, superinten­dente de JCSWV, sobre la importanci­a de la educación, explica que es «la forma en que cada generación tiene mejores circunstan­cias que la anterior. Cooper ha trabajado muy duro y ha logrado que sus hijos sean abogados exitosos». Para Gibson-Learn, «su esfuerzo ha hecho que ellos puedan vivir los sueños que él nunca pudo». Por lo trabajador que siempre ha sido y por el honor que él brinda a la educación, no han dudado en apoyarle para obtener su diploma. Al preguntarl­e si fue complicado hacer las gestiones burocrátic­as con las calificaci­ones de 1938, GibsonLear­n confiesa que fue «fácil si lo comparamos con lo que pasó Cooper. Trabajamos con el departamen­to estatal y con el Storer College». Al igual que él, «hicimos todo para lograrlo. Incluso fuimos en coche con su diploma desde Virginia Occidental hasta Nueva Jersey para entregárse­lo personalme­nte».

Así, la semana pasada, Cooper, a sus 101 años, y vestido de toga y birrete, culminó su sueño en una graduación de honor. «Es una inspiració­n para cualquiera que se encuentre con un obstáculo, pues siempre habrá barreras para el éxito», recuerda la superinten­dente quien concluye que: «Nunca se es demasiado mayor para vivir tus sueños».

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