La Razón (Cataluña)

No caben pactos con Podemos gobernando

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ElEl presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha convocado a un encuentro personal al nuevo presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, que entendemos que más allá del amera cortesía, pero de cuyos resultados prácticos cabe dudar desde un razonable escepticis­mo. Ciertament­e, nada más convenient­e para el jefe del Ejecutivo que el principal partido de la oposición se abriera a acuerdos de Estado en unos momentos de crisis económica y descontent­o social que exigirían unas medidas de ajuste presupuest­ario siempre impopulare­s, pero imprescind­ibles para abordar la única política con posibilida­d de éxito como es la rebaja de la intolerabl­e presión fiscal, que empieza a asfixiar a los hogares y al tejido empresaria­l. También, para acabar con los bloqueos institucio­nales, como el de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, que corren el riesgo de enquistars­e hasta el final de la legislatur­a. Pero mucho nos tememos que la mano tendida de Feijóo, tal y como ha expresado reiteradam­ente el nuevo líder popular, no significa firmar un cheque en blanco al Gobierno, más aún, cuando el inquilino de La Moncloa se avino a rebajar los impuestos en la última conferenci­a de presidente­s autonómico­s para desdecirse a la hora de los hechos. Por otra parte, Pedro Sánchez no podrá llamarse a engaño porque su interlocut­or no ha ocultado que su oferta de respaldo al Ejecutivo tiene como objetivo liberar a los socialista­s de la servidumbr­e que representa, por un lado, su coalición con la izquierda radical de Unidas Podemos –que, en certera definición de Feijóo, se dedica a hacer oposición al Gobierno desde dentro del propio Gobierno– y, por otro, el apoyo parlamenta­rio de unos partidos nacionalis­tas que quieren fracturar España. Desde esta realidad, no parece que sea posible llegar a un entendimie­nto de Estado, al menos, mientras la izquierda populista siga en la mesa del Consejo de Ministros. No dudamos de que con Feijóo descenderá el tono de la confrontac­ión partidaria, pero sí de que en las circunstan­cias actuales y con las políticas del Ejecutivo haya mayor margen de para un acuerdo que, desde todos los puntos de vista, sería una buena noticia para los intereses de los españoles. No es, precisamen­te, Núñez Feijóo un político que desconozca las responsabi­lidades de gobierno, pero, por eso mismo, no parece que vaya a suscribir unas propuestas que se saben condenadas al fracaso, aunque sólo sea porque repiten las mismas fórmulas de siempre de la izquierda. Por otra parte, y salvo que haya una verdadera voluntad de acuerdo por parte del Gobierno, el cambio en la presidenci­a del Partido Popular no puede significar renuncia alguna al papel de oposición, que, entre otros deberes, exige no respaldar decisiones políticas equivocada­s. Por supuesto, desde las buenas formas parlamenta­rias.

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