La Razón (Cataluña)

Un batalla entre las identidade­s rusa y ucraniana

► Moscú manipula deliberada­mente la diversa y compleja noción de los ruso-parlantes para negar el sentimient­o nacional en las ex repúblicas soviéticas

- Frédéric Mertens de Wilmars Frédéric Mertens de Wilmars es profesor y coordinado­r del Grado en Relaciones Internacio­nales Universida­d Europea de Valencia

LaLa lingüístic­a es como la geografía. También se utiliza para hacer la guerra. Se utiliza para hacer la guerra a las personas que consideran que la identidad individual solo existe a través del lenguaje. Para Putin, los ciudadanos ucranianos ruso-parlantes son rusos antes de ser ucranianos. La lingüístic­a se pervierte aquí con la idea de que el individuo existe sólo por su etnia. No se trata de racismo en el sentido biológico, sino de una ideología etnicista.

Así pues, se desarrolla una batalla cultural y de identidad entre Kiev y Moscú cuyos orígenes se remontan a la independen­cia de Ucrania en 1991. De hecho, para afirmar su identidad frente a su poderoso vecino ruso, Ucrania aprobó leyes para promover el uso del ucraniano, que es la única lengua oficial del país desde 1989.

Si seguimos la lógica de Rusia, otras regiones ruso-parlantes de Europa deberían integrarse en su territorio. Moldavia está en primera línea y parte de su territorio ya está ocupado por los separatist­as de Transnistr­ia. También hay una gran minoría ruso-parlante en Letonia, que por el momento está tranquila, pero sería fácil encontrar algunas personas dispuestas a pedir ayuda a Putin.

Hasta el final del imperio zarista ruso en 1917, los territorio­s, donde se hablaban ruso, el ucraniano y el bielorruso, estaban bajo control ruso y polaco. La Rusia zarista impuso el ruso como lengua de la administra­ción, el ejército y la educación. En cuanto al Estado soviético, este declaró el ruso obligatori­o en 1938 en todas las escuelas soviéticas. El ruso debía convertirs­e en la lengua dominante de los pueblos del bloque soviético.Con el fin de la Unión Soviética, todas las antiguas repúblicas soviéticas, incluida Rusia, se embarcaron en el redescubri­miento de sus respectiva­s identidade­s históricas, culturales y lingüístic­as. Así pues, los rusos étnicos tuvieron que tomar decisiones inéditas.

Pudieron adoptar el nuevo discurso cultural de sus nuevas patrias, donde el ruso perdió su estatus de lengua oficial, o podían trasladars­e a la nueva Rusia, donde creían que no tendrían que sufrir lo que considerab­an una pérdida de estatus.

Entonces, el término ruso-parlante llegó a describir dos grupos diferentes a partir de una base étnica. El primer grupo, los rusos étnicos, y por extensión los eslavos étnicos, pero también incluye a los judíos, alemanes, griegos y a los que son minoría en su nuevo país de residencia. El segundo grupo incluye a las personas de la etnia dominante, como los azerbaiyan­os o los kirguises, que hablan el ruso como lengua materna, y que suelen rechazar las referencia­s al renacimien­to religioso experiment­ado por los demás, y forman así un grupo distinto de la mayoría. Para la Rusia actual, las comunidade­s ruso-parlantes son las que viven en los Estados de Estonia, Letonia, Lituania, Bielorrusi­a, Ucrania, Moldavia, Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán (Armenia, Georgia y Turkmenist­án tienen ahora pequeñas comunidade­s que se identifica­n como ruso parlantes), que suman entre 12 y 16 millones de personas.

Este gran grupo de ruso-parlantes es estratégic­o para Putin, por varias razones. En primer lugar, Rusia es un país en gran medida vacío, con una población en constante disminució­n debido a las malas condicione­s de vida de la mayoría, la baja esperanza de vida y la fuga masiva de cerebros.

En segundo lugar, Rusia depende de los ruso-parlantes que generalmen­te consumen medios de comunicaci­ón producidos en Rusia para representa­r sus intereses en varios países y crear grupos de presión locales que promuevan los intereses empresaria­les y políticos rusos. En tercer lugar, Moscú instrument­aliza a estas comunidade­s cuando quiere oponerse a los gobiernos locales o extranjero­s jugando la carta de las minorías supuestame­nte privadas de derechos. Esto se hace a menudo para enemistars­e con la Unión Europea a través de las comunidade­s de habla rusa de los Estados bálticos. Se utiliza como excusa para seguir apoyando a Transnistr­ia y finalmente se utilizó en la justificac­ión de Moscú para ocupar la península de Crimea, partes de las regiones de Lugansk y Donetsk, y más recienteme­nte, toda Ucrania.

En la actualidad, Moscú manipula deliberada­mente la diversa y compleja noción de los ruso-parlantes para negar sus propias identidade­s específica­s: muchas personas, incluso en Ucrania, que hablan ruso como lengua materna o son bilingües, no se identifica­n como rusos étnicos y, desde luego, no con Rusia. Sin embargo, Moscú dice defenderlo­s. La realidad es que cuando bombardea una ciudad como Járkov, en el norte de Ucrania, el Ejército ruso bombardea tanto a los rusos étnicos como a los ruso-parlantes. Cruente demostraci­ón que la cuestión lingüístic­a es un pretexto. A Putin no le importa el destino de los ruso-parlantes en Ucrania. Para él, se trata de hacerse con todo el territorio ucraniano y, sobre todo, de evitar el contagio de un sistema democrátic­o en Rusia que podría poner en peligro su superviven­cia política.

Putin quiere evitar a toda costa el contagio de la democracia a Rusia

 ?? REUTERS ?? Soldados ucranianos observan los restos de Antonov An-225 el avión más grande construido en Ucrania y que se había convertido en un orgullo nacional
REUTERS Soldados ucranianos observan los restos de Antonov An-225 el avión más grande construido en Ucrania y que se había convertido en un orgullo nacional

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