La Razón (Cataluña)

Lorente Ferrer Clima socioeconó­mico favorable para el PP

► Sus últimas mayorías absolutas se generaron en un contexto de desmoviliz­ación de la izquierda y con cifras históricas de paro

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LaLa primera singladura de los populares se realiza bajo la égida de Manuel Fraga. Él lo funda en

1977 como Alianza Popular y lo refunda en 1989 ya con la actual denominaci­ón del PP.

El partido fue la segunda fuerza del centro derecha en las elecciones generales de 1977 y 1979, en las que en ambas ganó UCD. Pero en las de 1982 ya se convirtió en la fuerza hegemónica del centro derecha hasta la actualidad. Pero los resultados de las elecciones generales de 1982 como en las dos siguientes de 1986 y 1989 no permitían albergar esperanzas de una alternanci­a en el gobierno de España. No rompía su techo electoral, poco más de 5 millones de votantes y entre el 25,7% y el 26,0% del voto. De ahí la necesidad de su refundació­n. En el X Congreso de 1990, con el lema «El Giro al Centro» se completa el relevo en el partido con la elección de presidente nacional de José María Aznar. Desde ese momento comienza la cuenta atrás para Felipe González en la Moncloa.

Las elecciones generales del año 1993 son un claro aviso al PSOE y una confirmaci­ón de lo acertado de la refundació­n de los populares y la elección de Aznar como líder. Los populares consiguen su mayor éxito electoral hasta entonces con 8,2 millones de electores y el 34,8% de los votos. En las generales de 1996 subirán 9,7 millones y conseguirá­n el 38,8% de los votos. Aznar será investido presidente del Gobierno de España.

En las elecciones generales de 2000 mejoraría su anterior resultado, sumando 10,3 millones de electores y alzándose con el 44,5% de los votos, y la consiguien­te primera mayoría absoluta de los populares. Luego llegaría el 11-M y España entraría en un túnel con Zapatero, del que lo sacó el PP en las elecciones generales de 2011, en el que Rajoy recibió el 44,6% de los votos y 10,9 millones de papeletas. El PP obtenía su segunda mayoría absoluta.

La crisis económica degeneró en otra social y política. Las democracia­s occidental­es se tambalearo­n. La española también recibió envites. El bipartidis­mo sufrió las consecuenc­ias y nuevos partidos oportunist­as acudieron a las urnas en las generales de 2015 y 2016 para pescar en río revuelto.

PSOE y PP registraro­n importante­s descensos en votos, que alimentaro­n respectiva­mente a Podemos e IU, por un lado y a Ciudadanos por otro. En la izquierda se barajó un posible «sorpasso» de Unidas Podemos al PSOE. El resultado en ambas elecciones daba un equilibrio en número de votantes al PSOE y a Unidas Podemos. Mientras que en el seno de la derecha la fractura no fue tan exagerada en aquel momento, en 2015 el PP conservaba más de 7 millones de votantes y el emergente partido naranja sumó 1,5 millones. Vox solo recibió 58.000 votos. En la repetición de 2016 los populares se acercaron a los 8 millones de votos, mientras que Cs se doblaba y recibía 3,1 millones de votantes. Vox únicamente 47.000 votos.

Pero hubo que esperar a abril de 2019 para que el PP sintiese el miedo al «sorpasso» que en 2015 y 2016 había conocido el PSOE. Por primera vez desde 1982 otra formación de centro derecha eclipsaba la hegemonía del PP en las derechas. Los populares recibieron 4,4 millones de votos, frente a los 4,1 millones de los naranja. Además de esta igualdad un tercer actor en las derechas entraba con fuerza, Vox recibió 2,7 millones de votantes.

Esta situación se normalizó en parte en la repetición de noviembre de 2019, en la que los populares lograron crecer hasta los 5 millones, mientras que Cs e hundía con 1,6 millones, pero los de Abascal alcanzaba los 3,7 millones.

Tras las elecciones autonómica­s en la Comunidad de Madrid de mayo de 2021, el tablero en el centro derecha se recompuso, C, prácticame­nte quedaba fuera del Congreso, mientras que el PP escalaba al 30% de los votos y Vox se mantenía en el 15%. Entre ambos sumaban mayoría absoluta. Esta situación favorable al PP se mantuvo hasta febrero. Empeoró con la crisis vivida en las últimas semanas por los populares.

El nuevo PP de Feijóo tiene expectativ­as de mejorar ese 30% a corto plazo, ampliando su base electoral para acabar atrayendo a los últimos reductos de Ciudadanos y comenzar la reconquist­a de los que se pasaron a Vox. El último CIS, el de marzo, afirma que el votante del PP se sitúa en 6,83 puntos y el de Vox en 7,46 puntos en la escala ideológica de 0 a 10. La distancia es mínima, de tan solo 0,69 puntos. Mayor es la separación entre los votantes del PSOE (3,94) y UP (2,91), que es de 1,04 puntos.

Tanto en 2000 como en 2011 las mayorías absolutas del PP se generaron, como ahora, en un clima previo de desmoviliz­ación de las izquierdas y la consiguien­te baja participac­ión. De hecho en esas dos elecciones generales se registraro­n los mayores índices históricos de abstención. Cuando Aznar llegó a la Moncloa el paro heredado de González estaba en el 22,7%. Lo redujo durante su mandato al 11,3%. Zapatero lo subió al 22,6%. O sea, 3 millones de parados más. Rajoy dejó el desempleo en el 15,5%. Recortó el número de desemplead­os de Zapatero en 1,8 millones. Los populares son los que resuelven los problemas económicos de la nación, y lo hacen con la complicida­d de parte del electorado de las izquierdas. En 2000 la contundent­e mayoría absoluta de Aznar vino acompañada de una abstención del 24,0% de los votantes de la izquierda, 2,9 millones menos que en 1996. La mayoría absoluta de Rajoy se facilitó con la deserción del 29,3% del electorado de la izquierda, concretame­nte 3,6 millones de 2008 que no votaron en 2011. En estas dos históricas elecciones el PP no creció extraordin­ariamente en votantes, 10,3 millones en 2000 y 10,9 millones en 2011, ya que en ambas convocator­ias únicamente aumentó sus votantes en 600.000, que aunque contribuyó a la victoria no fue el factor decisivo. Hoy nos encontramo­s ante la misma situación. El deterioro económico y el empobrecim­iento generaliza­do de amplias capas de la población , tradiciona­les votantes de la izquierda, consideran que hay que dar una oportunida­d al Partido Popular, para que «arregle esto».

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ALBERTO R. ROLDÁN Los asistentes al Congreso del PP escuchan al nuevo líder del partido, Alberto Núñez Feijóo
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