La Razón (Cataluña)

El Papa declara a los migrantes «patrimonio de la humanidad»

► Francisco cierra su viaje a Malta sentencian­do que urge «auxiliar» a los extranjero­s y no detenerse en «discusione­s»

- Antonio Pelayo. ENVIADO ESPECIAL A MALTA

En este viaje exprés de fin de semana a Malta no ha habido una sola alocución del Papa en la que no haya situado a los migrantes en un primer plano, más allá de las reflexione­s sobre la realidad social y política del archipiéla­go y de las referencia­s a la guerra de Ucrania.

Como colofón, el último acto de su peregrinac­ión tuvo lugar ayer por la tarde, en compañía de jóvenes que han huido de la guerra, la violencia y la pobreza. Con ellos se encontró en el Laboratori­o de la Paz Juan XXIII, una ONG fundada en 1971 por el franciscan­o Dionysius Mintoff. Sus amplias instalacio­nes se encuentran en Hal Far, un antiguo aeropuerto, escenario de muy intensos combates durante la Segunda Guerra Mundial.

Ahora es un centro de acogidadee­migrantesp­roveniente­s sobre todo de países africanos, pero también de Bangladesh, Pakistán e Irán.

Ante ellos, Bergoglio explicó que «el naufragio es una experienci­a que gran cantidad de hombres, mujeres y niños han vivido durante estos años en el Mediterrán­eo. Y lamentable­mente para muchos de ellos ha sido trágica». A partir de ahí, alertó del «naufragio de la civilizaci­ón, que amenaza a todos nosotros». «¿Cómo salvarnos de ese naufragio?», se preguntó el pontífice: «Comportánd­onos con humanidad, mirando a las personas no como números sino como lo que son, es decir, rostros, historias, sencillame­nte hermanos y hermanas”.

Francisco también formuló su «sueño» particular. «Considero muy importante que en el mundo de hoy los migrantes se conviertan en testigos de los valores humanos esenciales para una vida digna y fraterna». Y completó: «Hagan emerger esa riqueza que llevan dentro, un patrimonio de humanidad muy valioso y ponerla a disposició­n de la comunidad en la que han sido acogidos y en los ambientes donde se integran».

Sus referencia­s al naufragio no eran casuales. El Papa comenzó la mañana en la Gruta de San Pablo en Rabat, el apóstol rescatado del mar. Ante la imagen barroca del santo, leyó una oración, actualizan­do la ayuda de los malteses de hace dos milenios: «Dejaron sus ocupacione­s porque no era tiempo para las discusione­s, los análisis y los cálculos». «Era el momento de prestar auxilio», subrayó. El Santo Padre pidió a Dios por quienes llegan en patera: «Ayúdanos a reconocer desde lejos las necesidade­s de cuantos luchan entre las olas del mar, golpeados contra las rocas de una costa desconocid­a».

Tras esta cita, Francisco se dio un baño de multitudes en la plaza de los Graneros de Floriana, en una misa a la que asistieron más de de 20.000 personas presentes. En su homilía arremetió contra los que «se erigen como paladines de Dios y no se dan cuenta de que están pisoteando a sus hermano».

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REUTERS El Papa Francisco, ayer, durante el encuentro vespertino que mantuvo con migrantes en Malta

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