Esteban González Pons
Fernando Vilches
Este extraordinario parlamentario, eximio orador, impecable organizador, buen escritor («Ellas», su primera novela es una muestra que avala mi afirmación) y mejor persona que todoloanterior,hadesempeñado un papel silencioso, humilde, pero muy eficaz en la tormenta acaecida en el PP, por exclusivos deméritos de la inefable pareja Casado-García Egea, cuya resolución en positivo mucho debe a este valenciano, que siempre ha estado a las duras y a las muy duras (porque, si hubiera estado a las maduras, habría sido un excelente ministrodelgobiernodeRajoy). Tuve el placer de conocerlo hace muchos años en unas reunionesenlasquedescubríuna cabeza magníficamente amueblada, acompañada de un sentido común poco frecuente en la vida política española. Es una persona culta, muy culta; columnista certero y ameno, lo que pueden descubrir y comprobar en sus artículos publicados bajo el marbete «Una pica en Flandes», donde toca con fino humor y prudente sabiduría temas muy variados e interesantes; es un excelente conversador; como orador en el Parlamento Europeo, ha dado muestras de defender los intereses de España con talento y galanura. Desde que lo conocí, hasta ahora, ha ido mejorando como el buen vino y sirviendo a España desde donde le ha puesto este PP, que es, como la «España camisa blanca», de Blas de Otero, a veces, madre, siempre madrastra. Debe de estar muy a gusto en su papel de defensor de nuestros intereses en Europa, aunque en esta última etapa la ceguera del PP no le ha hecho siquiera el Portavoz del partido en las tierras que horadó el duque de Alba cuando la felonía era despreciada por las buenas gentes. En fin, cuando se apaguen los rescoldos del Congreso de este fin de semana pasado, espero que le den la portavocía en el PE, porque no lo hay mejor.