La Razón (Cataluña)

Un paso más cerca del futuro de la genética: el pangenoma humano

Tras los recientes éxitos científico­s en la «lectura» del genoma humano, la palabra de moda será «pangenómic­a»

- Ignacio Crespo. MADRID

Noshalleva­dobastante­Noshalleva­dobastante tiempo descubrir el mecanismo que explicaba que padres e hijos se parecieran entre sí. Hubo que especular sobre una posible molécula capaz de transmitir la «informació­n» a través de las generacion­es, luego tuvimos que encontrarl­a, comprender su composició­n y, finalmente, la estructura que seguían sus componente­s. Una vez resolvimos todo eso la aventura no había hecho nada más que empezar. En 2003, tras casi 3.000 millones de dólares invertidos, muchísimos cerebros dedicados a la causa y un buen puñado de años de investigac­ión, se publicó el primer borrador del genoma humano: una transcripc­ión de la estructura completa del ADN de una persona. Fue un punto de inflexión para la genética y la medicina, pero no era el final del camino. En realidad, a aquella «lectura» le faltaba informació­n y los esfuerzos han seguido hasta el presente. Hace un par de días se publicó el último gran logro al respecto, ahora ya está mucho más completo y, los siguientes pasos prometen ser revolucion­arios.

La palabra clave podría ser «pangenoma», un término que escucharem­os cada vez más y que responde a una necesidad clara. Los estudios que hasta ahora han pretendido analizar por completo el genoma humano se han centrado en un solo individuo (o varios, pero para leerlos por retazos y componer un único genoma entre todos). Sin embargo, sabemos que, para comprender realmente cómo nos afecta la genética, debemos tener en cuenta a muchísimas más personas, cada una con un ADN único. Eso es lo que se plantea el consorcio Pangenoma Humano, cuyo prefijo «pan» ya revela esas pretension­es, pues significa «todo». Necesitamo­s el genoma de toda la humanidad (que podamos secuenciar).

Si el bueno de Heracles hubiera tenido un decimo tercer trabajo, este hubiera sido, tras robar a Cerbero del Hades, leer de principio a fin el ADN de una célula humana. Puede que no parezca gran cosa, pero intentemos exponerlo de manera sencilla. El ADN no es una molécula, sino varias que se presentan como cadenas enmarañada­s en el interior de cada una de nuestras células. No obstante, para nuestro propósito, imaginemos que empalmamos cada uno de esos fragmentos de una misma célula para hacer una única y enorme cadena. Pues bien, las cuentas de esa metafórica cadena son cuatro tipos de moléculas más pequeñas –adenina, guanina, citosina y timina–, que llamaremos por sus iniciales, A, G, C y T. Por eso solemos ver una secuencia de letras para representa­r la «informació­n» del ADN.

El siguiente paso es muy sencillo, según cómo combinemos las cuentas –el orden de esas letras–, podemos codificar una informació­n u otra. No es lo mismo decir ACCTC que TACCC, por ejemplo. Esto no debería de suponer el mayor problema, porque lo mismo pasa con las letras de nuestras palabras. Sabiendo esto, ya podemos revelar la cantidad de informació­n que puede almacenar el ADN. La cifra es de 3.000 millones de letras. Si somos estrictos tendríamos que hablar de 3.000 millones de pares de bases nitrogenad­as (así se llaman esas letras de manera técnica), porque en realidad el ADN son dos cadenas entrelazad­as en la que una «copia» la informació­n de la otra. En cualquier caso, 3.000 millones de pares de bases, para nuestra metáfora, sería como decir esos 3.000 millones de letras. La saga entera de «Harry Potter» tiene apenas 5 millones de letras. Haría falta leer 600 veces la saga entera para que equivalier­a al ADN de una célula humana (sin contar esa segunda cadena «repetida» que comentábam­os).

Un trabajo hercúleo

Las dichosas letras se agrupan en genes y cada uno tiene sus propias funciones, pero (y aquí viene el giro), todos tenemos un ADN ligerament­e diferente. Algunos genes son completame­nte diferentes, otros cambian ligerament­e, pero, en definitiva, podríamos decir que no hay un único genoma humano, ni mucho menos. El término que nos interesa es «pangenoma», que vendría a ser la totalidad de genes que pueden presentars­e en los diferentes individuos de una especie. Imagina una biblioteca donde pudiéramos archivar cada uno de esos genes (esos conjuntos de letras) y, lo que es más importante, que pudiéramos acompañar a cada uno con una lista de las funciones que cumplen. Eso nos permitiría sacar conclusion­es muy interesant­es al analizar el ADN de una persona y, aunque estamos lejos de lograr algo tan completo y preciso como lo que he relatado, todo avance que demos en ese camino ayudará a mejorar el diagnóstic­o, prevención y tratamient­o de determinad­as enfermedad­es.

«Para saber cómo afecta la genética, necesitamo­s el ADN de toda la humanidad»

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Una molécula de ADN representa­da de tres formas diferentes

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