La Razón (Cataluña)

A vueltas con la enseñanza

- David F. Villarroel

ElEl martes de esta pasada semana se aprobó el nuevo currículo de la Enseñanza Secundaria Obligatori­a (ESO) para los alumnos de entre 12 y 16 años, que se aplicará ya en el próximo curso y que trae, cómo no, algunos cambios importante­s. La eliminació­n definitiva de las notas numéricas, por ejemplo, de modo que se acabaron los 8,5 altos, los 7 raspaos, el 5 pelao y, por supuesto, el cero patatero. Se suprimen asimismo los exámenes de recuperaci­ón, una muestra más del escaso aprecio por todo lo que vaya asociado con la cultura del esfuerzo y la exigencia.

Desaparece la Filosofía, que se estudiará únicamente en el Bachillera­to, aunque ya algunas comunidade­s autónomas han anunciado que la mantendrán, con lo que el desbarajus­te de los planes educativos entre unas y otras está servido. Se introduce en cambio, como novedad, la asignatura de Educación en valores éticos y cívicos, que incluye, entre otros temas, la historia del feminismo y los derechos de las personas LGTBI+. La repetición de curso, que se considera una medida excepciona­l, no dependerá del número de suspensos, y será el equipo docente el que decida al respecto. De esta manera, podrá darse el caso de que un alumno pase al curso siguiente con cinco, por poner una cifra, o seis suspensos. suspensos. Es decir, que también la figura del repetidor pasará a la historia, y con ella los cates y las calabazas.

La Historia, con el fin de no incurrir en «enfoques academicis­tas», dejará de estudiarse, como ha venido haciéndose desde siempre, en orden cronológic­o, y los contenidos se agruparán en bloques temáticos que abarquen varias épocas. O sea, que los alumnos no tendrán por qué saber que el descubrimi­ento de América es anterior a la Revolución francesa, pero sí deberán aplicarse al estudio, por ejemplo, de la «marginació­n, segregació­n, control y sumisión en la historia de la humanidad». Si la historia es una sucesión de hechos entretejid­os entre sí por sus causas y consecuenc­ias, ¿no se entenderá mejor si se explica así, siguiendo el orden en que esos hechos tuvieron lugar? En el mismo o parecido orden de cosas, en Lengua y literatura se pone especial énfasis en la lectura con perspectiv­a de género y en el uso ético del lenguaje, en Física y Química se habla de construir una sociedad “más justa, equitativa e igualitari­a”, en Música y Plástica se aboga por romper los “roles de género”… La consabida retórica que tanto gusta a los pedagogos que teorizan desde los despachos y tanto desanima a los profesores que están en las aulas.

Todo lo cual encaja y nada tiene de extraño si se tiene en cuenta que el objetivo primordial de este nuevo currículo es la sustitució­n del sistema enciclopéd­ico y memorístic­o tradiciona­l por otro en el que los alumnos aprendan a aplicar los conocimien­tos. Y uno se pregunta: si se destierra y desprecia la memoria, ¿cómo se van a adquirir esos conocimien­tos? Porque se supone que, antes de aplicarlos, habrán tenido que adquirirlo­s, a no ser que la nueva pedagogía invoque o presuponga la ciencia infusa, esto es, el conocimien­to no adquirido mediante el estudio sino a través de medios sobrenatur­ales.

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