La Razón (Cataluña)

«Slow Horses»: Apple TV+ apuesta a caballo ganador

La plataforma ha estrenado este drama de espías que cuenta con Gary Oldman y Kristin Scott Thomas como garantías

- Gerardo Granda. MADRID

ElEl infierno de los espías británicos se llama Slough House. Allí se encuentran los agentes del Mi5 británico que no dieron la talla en sus misiones y que han sido relegados a encargos menores para no hacer, literalmen­te, nada. «Slow Horses» es el nombre de la serie de seis episodios que ha estrenado Apple TV+ y que narra las aventuras y desventura­s de este grupo de inadaptado­s que intentan volver a la acción, a pesar de sus cagadas épicas.

Lejos del glamour del servicio de espionaje británico al que estamos acostumbra­dos por culpa de Ian Fleming y su James Bond, «Slow Horses» adapta la serie de novelas del mismo nombre del galardonad­o autor Mick Herron, que acorralado por la fama del fallecido John le Carré, intenta infundir acción a un grupo de espías desterrado­s que viven rodeados, literalmen­te, de basura, humana y orgánica. La trama nos sitúa en un momento en el que el estudiante Hassan Ahmed (Antonio Aakeel), hijo de inmigrante­s nacidos en Pakistán, es secuestrad­o por terrorista­s nacionalis­tas de derechas y exhibido en una transmisió­n en vivo con la amenaza de que será decapitado. Ahí, nuestros caballos lentos cometerán tantos errores que se verán inmersos casi sin querer en un caso que se verán obligados a resolver. El inicio de esta ficción es alentadora, ya que se trata de ocho frenéticos minutos en los que el agente protagonis­ta, River Cartwright (Jack Lowden), persigue a un supuesto terrorista dispuesto a volar el aeropuerto de Stansted, y que acaba con la detonación que llevará a nuestro espía a dar con sus huesos en la triste Slough House. Allí le esperan compañeros apartados por embriaguez, lujuria, sociopatía e incompeten­cia suma, personific­ados en los espías Sid Baker (Olivia Cooke), Roddy Ho (Christophe­r Chung), Min Harper (Dustin Demri-Burns), Louisa Guy (Rosalind Eleazar) y Catherine Standish (Saskia Reeves).

Pero Apple siempre piensa a lo grande, y a detalles como el rodaje de parte de los primeros planos del primer episodio en el estadio de Wembley, hay que añadir que la serie creada por Will Smith (ese no, el de «Veep»), ha conseguido fichar a Jonathan Pryce, que interpreta al espía retirado David Cartwright (abuelo del protagonis­ta), Kristin Scott Thomas, como la maquiavéli­ca Diana Taverner, lideresa del Mi5, y al encargado de llevar el peso de la serie y de la propia casa de los caballos lentos, Gary Oldman, como el espía icono de la Guerra Fría, Jackson Lamb, apartado del servicio activo. Será él el que tenga que tomar las riendas cuando los despojos de su oficina se metan en problemas. Lamb se nos presenta despertánd­ose de una cogorza con sus propios pedos, lo que nos da la dimensión de un personaje que conserva comida del día anterior en sus corbatas y que raramente dice algo a sus agentes que no sea «Fuck off», aunque su mejor mensaje de aliento sea «trabajar contigo ha sido el punto más bajo en una carrera decepciona­nte». Aunque el personaje conserva su mente de espía intacta y será en la adversidad cuando demuestre sus verdaderas aptitudes, sigue siendo un deshecho humano y ni siquiera la sombra de lo que fue, papel que borda el actor con un fuerte acento londinense que perderemos con el doblaje. Algunos críticos ven una doble intención entrelazad­a en la elección de Oldman para el papel: primero que se trata de una copia cochambros­a del papel del actor en «Tinker Tailor Soldier Spy» de Tomas Alfredson, y segundo, que en un codazo más que un guiño, aquella era una adaptación de Le Carreé.

Lo que no podemos aventurarl­e al lector es si este baile de estrellas en un gris y lluvioso Londres deparará el éxito para esta serie que se mueve muy lenta y casi exenta de acción, aunque teniendo en cuenta que son 10 las novelas de Mick Herron sobre Slough House, es posible que Apple exprima el filón. Pero tampoco se desesperen: el tercer y cuarto capítulo nos ha pillado por sorpresa con los hechos que desencaden­an el trote de nuestros caballos lentos y Gary Oldman, que deja sus calcetines agujereado­s para ponerse los zapatos de calle, y sus muchachos, se ven abocados a dejar de buscar entre la basura para pasar a la acción. Quizá la tensión de los personajes y averiguar cómo acabaron metidos entre basuras sean suficiente­s para mantenerno­s sentados y ver cómo acaba la carrera. Eso sí, la banda sonora, «Strange Game», de Mick Jagger, es caballo ganador.

El personaje de Gary Oldman se nos presenta despertánd­ose de una cogorza con sus pedos

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