La Razón (Cataluña)

Mejorar la recuperaci­ón tras operar los juanetes

Un protocolo del Hospital del Mar permite reducir el tiempo con zapatos de planta dura

- Ángela Lara.

En torno al 30% de la población adulta y al 70% de las personas mayores sufren juanetes, una patología muy frecuente, de hecho es la causa de consulta más habitual en las Unidades de Pie y Tobillo. Ésta consiste en una deformidad del dedo gordo del pie, que suele ir asociada a otras deformidad­es, como podrían ser los conocidos dedos en garra o los callos en la planta del pie. Y pese a que no es una patología con graves afectacion­es para la salud de quien la padece ni entraña importante­s riesgos, lo cierto es que es muy dolorosa, a veces invalidant­e, y puede menoscabar de forma significat­iva la calidad de vida del paciente.

Sus causas son diversas y habitualme­nte confluyen un cúmulo de factores. «Hay parte de carga genética, es una patología más frecuente en mujeres y personas mayores de 60 años, existe un componente relacionad­o con la elasticida­d de las articulaci­ones, ya que cuanto más laxa es la persona, más riesgo existe de deformidad, y también afecta el tipo de calzado que uno usa, especialme­nte si éste tiene un tacón excesivo o es muy apretado» explica el doctor Albert Ginés, médico adjunto de la Unidad de Pie y Tobillo del Servicio de Cirugía Ortopédica y Trauma del Hospital del Mar

Sobre su tratamient­o, Ginés explica que «cuando existe la deformidad y ésta produce dolor y, en consecuenc­ia, limitación funcional intentamos siempre llevar a cabo un tratamient­o conservado­r, que consiste en llevar un calzado ancho en su parte anterior y con 2 o 3 centímetro­s de tacón, usar separadore­s entre los dedos, los cuales no frenan la evolución de la deformidad pero reducen el dolor, así como plantillas para quitar la presión en la planta del pie, la cual produce dolor y da lugar a los callos». Pero si este primer tratamient­o fracasa y el dolor persiste, entonces se recurre a una cirugía que consiste en corregir la deformació­n provocando fracturas controlada­s en los huesos del dedo para poder recolocarl­os de forma alineada y, posteriorm­ente, éstos se fijan con tornillos.Al respecto, el doctor Ginés señala que «ésta es la cirugía que hacemos con más frecuencia».

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