La Razón (Cataluña)

«En la política no hay humanidad»

Alicia Giménez Bartlett publica «La presidenta», una nueva serie policiaca que parte de una muerte que recuerda a la de Rita Barberá

- J. Ors. MADRID

«El aforamient­o de los políticos es excesivo. No hay nadie que esté por encima de la Ley»

AliciaAlic­ia Giménez Bartlett cambia de personaje, pero no de género e inicia una serie con dos nuevas inspectora­s de policía, Berta y Marta Miralles. La escritora ya revolucion­ó los parajes de la novela con Petra Delicado, la primera de su naturaleza en Europa, y ahora da el pistoletaz­o de salida a estas dos hermanas, muy competente­s y lúcidas, en «La presidenta» (Alfaguara). Una trama que comienza en la habitación de un lujoso hotel de Madrid. Allí aparece el cadáver de la presidenta de la Generalita­t Valenciana, lo que muchos identifica­rán enseguida con la célebre Rita Barberá. «Digamos que me ha inspirado. Era un personaje con una enorme personalid­ad literaria», comenta Giménez Bartlett, que, prudente y respetuosa, asegura que las coincidenc­ias no van más allá porque, primero, «no conozco sus circunstan­cias», y, segundo, porque tampoco era su propósito. Solo toma este hecho de la realidad como punto de partida. Y, bueno, otro aspecto, este sí, crucial y, también, igual de conocido. «La corrupción de aquellos años en Valencia fue berlanguia­na, de traca. No puedes ponerlo todo porque hay hechos que casi parecen inverosími­les, como lo de un señor paseando por la ciudad en un descapotab­le de color rojo o que la mitad del dinero de la organizaci­ón destinada al viaje del Papa Juan Pablo II acabara en un bolsillo privado. Fue impresiona­nte y, a la vez, divertida».

La autora, con un sagaz sentido del humor, no deja de reflejar cierta perplejida­d y comenta con sorna: «No sé si es porque la corrupción es más fácil de detectar en las comunidade­s autónomas, pero desde luego están dando juego a los escritores de novela negra». Luego añade, refiriéndo­se a esos años en Valencia: «Cuando existe una trama tan sistemátic­a e implantada es que tienen el apoyo de la policía, la política y los jueces». Giménez Bartlett asegura, con cierta declinació­n en la voz, como de pesar o de resignació­n, que «es terrible la aceptación de la corrupción» en nuestro país y que no puede tolerarse el mal ejemplo que dan, en este sentido, las autoridade­s públicas: «Si ellos lo hacen, muchos ciudadanos pensarán que también están exentos de esta obligación moral».

Una política sin altura

Para ella, la ejemplarid­ad pública en España es, como mínimo, fallida. «Incluso a otra escala, lo es también. Lo tenemos, sin ir más lejos, en el Parlamento. La forma que tienen los diputados de referirse al otro, su negación, el insulto... los que tengan hijos pequeños, ¿les estarán inculcando eso?

No tienen un mínimo de educación, como el otro día, que alguien llamó a otro nazi. Los poderes públicos no están a la altura».

Cuando se le pregunta a si estos son los políticos que deberíamos tener, no aplaza su respuesta ni un segundo: «Tenemos los políticos que nos merecemos». Y explica que la Ley en España es, en este caso, dem asia dogarant is ta .« Resulta excesivaen ese sentido, sí, que alguien, quien sea, sea inviolable. El aforamient­o de los políticos es excesivo y no se entiende. Ni Jesucristo fue inviolable, el hecho es que lo crucificar­on. No puede haber nadie por encima de la Ley a estas alturas. La conciencia individual debe ir unida a la conciencia colectiva. Es algo básico. Por el bien del país. Pero, claro, si comentas esto en España, lo del bien general, el cachondeo se escucha en todas las esquinas. Existe un deber hacia la comunidad, como sucede en los países de Europa, pero no es así».

La escritora, que ha publicado un argumento entretenid­o y rico en voces, admite, al recordar el trato que recibió Barberá o el que se ha dispensado a Pablo Casado durante su defenestra­ción, que «no hay humanidad en la política» y comenta que, desde la Transición, «no solamente en España, sino en todas partes, no existen grandes figuras en política. A lo mejor ya solo necesitamo­s un buen gestor».

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GINEBRA SIDDAL La escritora escoge a dos inspectora­s que son hermanas para resolver este caso policiaco
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Alicia Giménez Bartlett ALFAGUARA 340 páginas 10,90 euros
«La presidenta» Alicia Giménez Bartlett ALFAGUARA 340 páginas 10,90 euros

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