Gran viaje en un país pequeño
CuandoCuando la Santa Sede anunció que Francisco viajaría a Malta los días 2 y 3 de abril nadie podía imaginar que Vladimir Putin iba a desencadenar la invasión de Ucrania, pero así sucedió a partir del 24 de febrero. Ello no obstante, el Papa mantuvo su decisión de visitar un país cuya superficie supera apenas los 300 kilómetros cuadrados habitados por medio millón de personas.
Malta tiene a sus espaldas un largo historial político-militar, habiendo sido dominada por fenicios, romanos, la Soberana y Militar Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, Napoleón y la Corona Británica, de la que fue colonia hasta alcanzar finalmente su independencia en 1964.
Para los cristianos la isla fue el refugio de San Pablo cuando la nave que le conducía a Roma para ser juzgado naufragó en sus costas. Siendo acogido por los pobladores «con rara humanidad», el apóstol permaneció tres meses evangelizando, bautizando y creando comunidades de fieles. Nada de extraño pues que los tres últimos papas la hayan visitado en más de una ocasión. Francisco ha permanecido sólo 36 horas en el archipiélago, visitando las islas de Malta y Gozo. Ha sido acogido con entusiasmo y devoción y ha convocado a respetables multitudes, teniendo en cuenta el limitado número de sus habitantes. Ha pronunciado seis discursos, el último de los cuales a un grupo de emigrantes acogidos en una modélica ONG católica que les ofrece educación general y en el campo de los derechos humanos y la justicia, así como asistencia médica y formación profesional para facilitarles su inserción social. Su capacidad de acogida es limitada e insuficiente dado el alto número de personas que llegan a la isla huyendo de la guerra, del hambre y de la inseguridad para su futuro.