La Razón (Cataluña)

Tres almuerzos en nombre de Sánchez y Abascal

«De Bellum luce»

- Carmen Morodo

HayHay movimiento­s no institucio­nalizados, con agentes que actúan de interlocut­ores, entre el Gobierno y nombres muy próximos aVox. No tienen cargos orgánicos, pero no los necesitan, y para la función que hacen son más útiles sin ellos. Ya se han celebrado tres almuerzos, con dos representa­ntes de cada parte, por lo que puede entenderse que más que en la fase de tanteo lo que hay es el reconocimi­ento de que hay margen para explorar puntos de conexión. El más evidente, sin duda, es el desgaste del Partido Popular. Tampoco puede decirse que estén inventando nada porque la misma pinza funcionó también en la sombra en un primer momento entre el Gobierno de Mariano Rajoy y aquel Pablo Iglesias que, entonces, estaba en la oposición.

Justo en paralelo la izquierda se ha dado cuenta deque quizás la mejor o única vía que tienen para poner sordina al eslogan de la derecha de que el Gobierno=ruina pasa por resucitar la bandera del PP=corrupción. Y a ello se ha puesto toda la carpinterí­a discursiva de la Moncloa y la fontanería de las «alcantaril­las» del poder. Veremos cómo en el discurso del presidente del Gobierno, PedroSánc hez, y de todos sus ministros, cada vez suena más esta ecuación, pero para disparar directamen­tecontra el nuevo líder popular, Alberto Núñez Feijóo, aunque el foco esté puesto en las Administra­ciones madrileñas del PP.

Para que el mensaje pueda llegar a calar está ensayando ya la orquesta que toca siempre la música que mejor baila el presidente del Gobierno, y con la que creen que más rápido pueden segarle el camino al líder de la oposición. Mientras,las denuncias contra ellos son sepultadas por jueces y medios de comunicaci­ón. Y nombres de empresas vinculadas al poder socialista se quedanen las páginas delos escritos de las denuncia s que llegan al Fiscal Anticorrup­ción.

No harían mal en mirarse en el espejo de su admirado Mac ron porque resulta que uno puede jugar a ser estadista o fiscal de la presunta corrupción de los demás, perola gente acaba votando con la mano metida en el bolsillo, vacío. Y Vox no sólo puede comerle terreno al PP, sino también a un campo abonado por la izquierda, pero que ha dejado de creer en ella porque no llega a fin de mes. Hay pirotecnia política que exige tal finura en su manejo que es difícil que entre una clase política acostumbra­da a la brocha gorda no acabe en un efecto bumerán. El discurso de que cada vez hay que confiar menos en la derecha tradiciona­l olvida que el refrán también es aplicable a ellos.

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