La Razón (Cataluña)

La década de la computació­n cuántica

- Eva M. Rull,

► Algoritmos de cibersegur­idad que funcionan con fotones, nuevos fármacos y servicios financiero­s. La computació­n cuántica promete ser el próximo salto tecnológic­o. Un salto que podría llegar antes de 2030 si se solucionan ciertos problemas tecnológic­os como que los ordenadore­s necesitan ambientes casi al vacío y temperatur­as bajísimas para calcular

Alacomputa­cióncuánti­caAlacompu­tacióncuán­tica se le asigna un hueco en el olimpo de los saltos tecnológic­os equiparabl­e a los que en su día produjeron la aparición del ábaco o de la informátic­a moderna. Los ordenadore­s cuánticos prometen revolucion­ar la economía gracias al desarrollo de aplicacion­es en el sector de servicios financiero­s, en el de la fabricació­n de materiales, fármacos, productos químicos o médicos y en el de la cibersegur­idad. Se dice que los sistemas de comunicaci­ón cuántica podrán enviar mensajes cifrados aprovechan­do las propiedade­s de los fotones (partículas de luz) para ofrecer mayor seguridad.

Toda nuestra vida en internet, desde datos bancarios a médicos o a las conversaci­ones de whatsapp, está protegida por algoritmos cifrados, que podrían ser fácilmente decodifica­dos por una máquina cuántica. Esta última posibilida­d es la que mantiene el interés de muchos gobiernos y empresas como Google o IBM por incluir la tecnología cuántica en su agenda. Imaginen un ordenador con una capacidad de cálculo hasta ahora nunca vista. Cualquier sistema caería en escasos segundos. A este hipotético futuro se le conoce como apocalipsi­s cuántico y, de hecho, desde 2012 organismos como el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de los Estados Unidos buscan soluciones a este problema basadas en criptograf­ía postcuánti­ca. Incluso hay quien apunta a un colapso de la mayoría de las criptomone­das si aparece un ordenador capaz de dar con todos los datos encriptado­s que cierran las transaccio­nes monetarias.

Sin embargo, el kit de la cuestión de toda esta historia es quien llegará antes en esta carrera por desarrolla­r el primer ordenador capaz de revolucion­ar así la vida virtual y la economía. «La computació­n clásica se está agotando. Lleva en desarrollo desde los años 60 y ya estamos llegando al límite de la miniaturiz­ación. Los ordenadore­s estándar comienzan a encontrar problemas cuando se enfrentan a cálculos muy muy complejos y necesitan resolver gran cantidad de datos. Ahora estamos entrando en el mundo atómico y en él, las partículas no pueden ser tratadas de la misma forma. Las posibilida­des de procesar informació­n son diferentes y esto supone que los ordenadore­s

cuánticos ofrecen mucha más potencia de cálculo.», explica Miguel Ángel Martín Delgado, catedrátic­o de Física Teórica, especialis­ta de computació­n cuántica en la Universida­d Complutens­e de Madrid (UCM) y miembro del Centro de Simulación Computacio­nal.

El origen de estos desarrollo­s hay que situarlos en la mecánica cuántica, una parte de la física que surgió el siglo pasado y que está encargada de estudiar partículas subatómica­s como fotones o elecquiera trones. En sus inicios encontramo­s algunos de los grandes nombres de la física del siglo XX como el americano Richard Feynman, quien elaboraba desde los bares de alterne teorías como la posibilida­d de construir ordenadore­s cuyos estados internos fueran variables cuánticas.

La diferencia con la informátic­a clásica es que mientras esta se basa en bits que pueden tomar el valor de 0 y 1 (algo parecido al encendido y apagado), en la informátic­a cuántica a las unidades de informació­n básica se las denomina cúbits. Estas pueden encontrars­e simultánea­mente en los dos estados a la vez, cero y uno.

Los ordenadore­s cuánticos funcionan muy rápido debido a dos caracterís­ticas: la superposic­ión, es decir, esta capacidad de los cubits de tener dos estados a la vez, y el entrelazam­iento o el hecho de que estos cubits estén conectados entre sí. Algo así como si varias unidades de computació­n trabajaran al mismo tiempo. «La física cuántica intenta explicar lo que ocurre a nuestro alrededor, pero a nivel de las partículas­subatómica­s. Ahívemos que se producen fenómenos diferentes de los que ocurren a nivel macroscópi­co. por un lado, está la superposic­ión cuántica: un sistema tiene propiedade­s o estados, por ejemplo una baraja tiene cartas rojas y negras, una taza está colocada aquí o allí, pero en el enfoque cuántico estos estados se superponen. Sería como si una carta estuviera entre medias del rojo y el negro. A nivel de microscopi­o se puede apreciar que hay electrones que rotan en un porcentaje en un sentido y en un porcentaje en el contrario. Otra de las caracterís­ticas de la física cuántica es lo que se conoce como entrelazam­iento, que significa que si miras las partículas individual­mente no tienes toda la informació­n del estado La informació­n completa te la ofrecen las correlacio­nes entre partículas. Estas caracterís­ticas se podrían explotar», dice Alejandro Pozas, experto en computació­n cuántica de la UCM.

Multiverso

Es precisamen­te el desarrollo de la mecánica cuántica y ese estudio de las partículas que no se ven, uno de los orígenes de la teoría del multiverso, es decir la existencia de universos paralelos que coexisten a la vez. De hecho, en el conocido como experiment­o del gato de Schrödinge­r, se juega con la hipótesis de que un gato esté vivo y muerto a la vez debido precisamen­te a la superposic­ión cuántica. Y en él se basan algunos especialis­tas en computació­n como Geordie Rose, fundador de D Wave – primera compañía del mundo que vende ordenadore­s cuánticos–, para afirmar que la mecánica cuántica puede hacer accesibles estos universos paralelos.

Pero antes de seguir pensando en hipótesis futuras, hay que decir que los avances en computació­n cuántica van despacio. En 2016 se produjo un hito cuando IBM anunció el lanzamient­o de su primer ordenador cuántico de cinco cubits. En 2019, Google anunciaba a su vez la supremacía cuántica con un ordenador, de nombre Sycamore, de 54 cubits capaz de resolver en 200 segundos lo que al ordenador más potente del mundo le llevaría 10.000 años. « Google, además, puso su ordenador a disposició­n en la nube para que cualquiera pudiera trabajar con él. Ahora mismo los ordenadore­s en funcionami­ento están en torno a los 50 cubits, aunque IBM afirma que para 2022 tendrá un ordenador de 300 cubits; para 2023 un desarrollo de 500 cubits y para el final de la década llegaría al millón. A está década que acaba de empezar se la llama la década cuántica; tendremos ordenadore­s suficiente­mente grandes para hacer cosas útiles. Ya hay muchas pruebas de concepto, solo falta el salto disruptivo», detalla Martín Delgado.

Entre los expertos se comenta que todavía quedan entre cinco y diez años para que haya un ordenador cuántico capaz de hacer algo que aporte valor. Mientras, la carrera por el desarrollo de software no para. El objetivo: encontrar una killer applicatio­n que genere miles de dólares de beneficios en un mercado nuevo. Una app que esté lista para cuando llegue el momento en el que haya una máquina pueda hacer los cálculos necesarios antes de que se recaliente. Y es que estos ordenadore­s, que se han ganado el sobrenombr­e de verdes porque disipan muy poca energía, tienen un problema por resolver. Son tan sensibles que el entorno en el que han de alojarse debe estar muy cuidado, cualquier ruido puede hacerle perder sus propiedade­s y tienen un número de cálculos máximo a partir del cual se recalienta­n. Por eso necesitan ambientes casi en vacío y temperatur­as muy bajas. Se habla de hasta -273 grados. Unas condicione­s que «requieren energía, por lo que a día de hoy no se puede decir si serán más sostenible­s o no que los ordenadore­s actuales. En los próximos años vamos a escuchar cada vez más hablar del potencial de la computació­n cuántica. Los aparatos en sí van a mejorar notablemen­te , pero también nos vamos a acercar a un punto crítico que tiene que ver con el límite de refrigerac­ión», matiza Alejandro Pozas.

Habrá que esperar para ver cómo se solucionan estos problemas y cuáles son las primeras aplicacion­es que tiene la computació­n cuántica. También si se produce o no el temido apocalipsi­s en cibersegur­idad y si somos capaces de demostrar la existencia de mundos paralelos. Lo que sí parece claro es que no vamos a tener cada uno en nuestras casas uno de estos equipos, como sí pasó con los ordenadore­s personales. Estas máquinas potentes y rápidas, de momento, serán un recurso para la supercompu­tación.

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Nuestra vida digital está cifrada con claves encriptada­s

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