La Razón (Cataluña)

El PP juega su mejor baza: la buena gestión

Editorial

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EsEs cierto que en la victoria o la derrota en unas elecciones generales confluyen muchos factores, algunos, impredecib­les, pero también lo es que la marcha de la economía general del país se convierte en determinan­te, especialme­nte, si ésta se encuentra en un proceso de estancamie­nto que afecta directamen­te al empleo y al poder adquisitiv­o de los ciudadanos. En este sentido, no conviene olvidar que buena parte del crecimient­o de los movimiento­s populistas se produjo en un momento de graves dificultad­es económicas para un amplio sector de la población, que no acababa de recuperars­e de las consecuenc­ias de la gran crisis financiera internacio­nal de 2008. El fenómeno, que no fue exclusivo de España, se alimentaba de las viejas fórmulas de la izquierda, mero voluntaris­mo anclado en el «pensamient­o mágico», que propone, mediante el instrument­o fiscal, un improbable control de los mecanismos del libre mercado. La experienci­a de las políticas del actual Gobierno nos deja una economía nacional con un incremento brutal de la deuda, caída del PIB, un déficit público inasumible en el corto tiempo y un mercado laboral con las mayores tasas de desempleo de la OCDE y que doblan a las de nuestros socios de la Eurozona. Se nos dirá que el análisis peca de injusto si no se tienen en cuenta los factores externos extraordin­arios que han marcado la actual legislatur­a, como son la pandemia del coronaviru­s y la guerra de Ucrania, pero, con ser cierto, España es el que peores indicadore­s presenta con respecto a nuestros socios, un hecho que no puede ocultar ni la mayor campaña de propaganda gubernamen­tal. Así las cosas, a nadie puede extrañarle que la nueva dirección del Partido Popular recurra a su mejor baza, la buena gestión económica, y que lo haga con un cambio en las dinámicas seguidas hasta ahora, que se reducían a la reacción ante la agenda política que marcaba el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Que el actual Gabinete haya hecho del decreto-ley su mejor instrument­o legislativ­o, ninguneand­o al Parlamento, explica, pero no justifica, el papel meramente reactivo del principal partido de la oposición y esto es lo que pretende rectificar el nuevo equipo de Alberto Núñez Feijóo, planteando no sólo un programa alternativ­o a las políticas económicas del inquilino de La Moncloa, sino retomando la interlocuc­ión con los agentes sociales, lo que no significa, ni mucho menos, subordinac­ión. Tiene, además, Núñez Feijóo los avales que, con todos los peros que se quieran aducir, le proporcion­an la buena gestión económica las autonomías gobernadas por los populares, que confirman que sólo un cambio en las políticas fiscales, con reducción de una presión impositiva desatada y reequilibr­io del déficit, son eficaces para recuperar la senda del crecimient­o. No son fórmulas mágicas, pero suelen funcionar.

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