La Razón (Cataluña)

Hackers y criptomone­da: los nuevos retos de los investigad­ores

El 85% de las denuncias de delitos en Internet son estafas. Las unidades policiales han duplicado su personal en los últimos diez años

- Irene Dorta. MADRID

Hay más de 7.000 monedas digitales y ya hay cuatro macroestaf­as en la Audiencia Nacional

ElEl análisis del pelo, la colilla o las huellas dactilares para deducir quién perpetró el crimen se ha ido sustituyen­do en la última década por el estudio del «wallet», el «exchanger» o el «blockchain». Los investigad­ores llevan años aumentando sus unidades y formándose para enfrentars­e al nuevo reto de hackers y estafadore­s en la red.

Pocos usuarios se han librado de algún mensaje que avisa de que si no metes las contraseña­s la cuenta en el banco se autodestru­irá o de alguna llamada para invertir en criptomone­das. La estafa se ha convertido en el delito estrella cometido a través de Internet siendo entre el 85% y el 90% de los asuntos que llegan a los tribunales, según los datos de los que han intervenid­o en este reportaje. Existen más de 7.000 monedas digitales, pero obtener un cómputo global de lo que sea (perfil de inversores, cantidad de estafas, niveles de rentabilid­ad) es materialme­nte imposible porque no existen fronteras en ninguna de estas variables.

Los entendidos advierten de que criminaliz­ar las criptomone­das no es la solución.Carlos Aránguez, profesor de derecho penal tiene un despacho de abogados en el que se da la paradoja de defender a más de 4.000 clientes de estafas con cripto activos y permitir a sus defendidos que paguen con criptomone­das. «No es un mercado para principian­tes», remarca. Él lleva a una de las plataforma­s de afectados que han denunciado en la Audiencia Nacional. Este órgano indaga ya en cuatro macroestaf­as, pero a lo largo y ancho de España las denuncias son constantes. «El usuario tiene que saber que está en un nivel diferente», defiende Pablo Sanz, profesor de derecho mercantil de la Universida­d ICADE. «Si uno empieza a invertir en otros lugares y ya no te protegen las institucio­nes sucede que no se puede pleitear».

En 1996 se creó el primer grupo de Delitos Telemático­s alojado en la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Ha ido paulatinam­ente creciendo con nuevas divisiones. «Nosotros la primera operación que hicimos con criptomone­das fue en 2017», relata un comandante que forma parte de la brigada de Cibercrime­n de la Policía Judicial. El número de estos agentes se ha multiplica­do en los últimos años. «Normalment­e la ‘notitia criminis’ llega de tres formas. La denuncia del perjudicad­o; a instancias del juzgado y, en tercer lugar, toda la labor que hacemos de ciberpatru­llaje como de canales de comunicaci­ón que tenemos con el ciudadano». Entran en la «deep web», todo lo que no son búsquedas ingenuas en Google, y buscan evidencias digitales de delitos.

El Ministerio del Interior dota a sus dependenci­as de programas y plataforma­s para no solo buscar, sino también combatir los ataques hackeos de los que España es diana. Más si cabe, tras el estallido de la guerra en Rusia que hasta el CNI ha mostrado señales de alarma. «Una herramient­a de análisis no es magia. Son herramient­as que tienes que conocer muy bien el ecosistema y sacar conclusion­es. No es lo mismo investigar una red de estafadore­s que a una red de hackers», aclaran en la Unidad central de Ciberdelin­cuencia de la UDEF de Policía.

La gran diferencia entre el delito físico y el delito virtual es la falta de localizaci­ón. «Prácticame­nte todas las operacione­s tienen un componente internacio­nal. Eso dificulta mucho el análisis. Al trabajar con terceros países normalment­e juegas con paraísos tecnólogic­os», explican en la UCO. China, Rusia y Corea del Norte son lugares donde los estafadore­s se colocan y saben que es muy difícil que se les persiga. La frustració­n de la policía y los jueces que envían comisiones rogatorias es equivalent­e a la ausencia de respuesta. Observan un porcentaje muy grande de delitos cometidos contra ciudadanos de la Unión Europea desde fuera de Europa. La criptomone­da puede ser una estafa en sí misma, pero puede ser también un medio para delinquir porque la tecnología «blockchain» que encripta todas las transaccio­nes hace muy difícil el rastreo del dinero. «Todo lo que se te ocurra que se puede pagar con dinero normal, se puede pagar con criptoacti­vos», explican desde la UDEF. Desde drogas hasta blanqueo de dinero.

En 2011 se creó la Fiscalía de Sala Unidad de Criminalid­ad Informátic­a para coordinar todos estos delitos. Cuando empezaron eran 52, ahora hay unos 150 fiscales. «Las formas de estafa también han ido evoluciona­ndo. Antes para lo que se utilizaba la red era para difundir el engaño, ahora la defraudaci­ón también está en trucar la máquina», expone Elvira Tejada, fiscal de Sala de esta Unidad desde su creación. A ella le gusta puntualiza­r: «Yo siempre hago una aclaración No quiere decir que la estafa sea el delito que más se cometa en la red. Lo único que quiere decir es que es el que más se denuncia. Si a mí de repente de mi cuenta me sacan 20.000 euros, me falta tiempo para ir a la Guardia Civil. Se denuncia casi todo y hay un porcentaje muy elevado de investigac­iones». Pero pone el foco en más asuntos: «Piensa en la pornografí­a, el acoso sexual a menores. Muchas veces ni es consciente de lo que está pasando. Entonces ahí hay una cifra negra que nunca va a aflorar».

Todos los consultado­s alumbran la importanci­a de una regulación. La Unión Europea ha obligado rey

cientement­e a los países miembros a trasponer una directiva en el Código Penal para que los «exchangers» de intercambi­o de monedas y los «wallets» que guardan las mismas estén sujetos a obligacion­es como declarar e identifica­r a sus usuarios. Así, al menos los que se alojen en espacio comunitari­o tendrán que colaborar con la Policía. Un beneficio para las investigac­iones policiales y una garantía también para los usuarios cuya finalidad no sea delinquir. Además, Hacienda acaba de incluir la regulación en la declaració­n de la renta de las criptomone­das, algo que los consultado­s también ven positivo por normalizar este método de pago e impregnarl­o de avales.

Para los operadores jurídicos el Código Penal es suficiente. Los supuestos en delitos informátic­os son los amplios para encajar lo nuevo. Si bien, todavía la jurisprude­ncia es muy escasa. El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco está haciendo un estudio de la poca materia que existe y destaca alguna sentencia del Tribunal Supremo: «Es referente porque es la única que tenemos. Quien recurre, pese a que hay condena, son las víctimas. Dicen ‘oiga que nosotros no queremos que el estafador nos devuelva el dinero. Queremos que se nos devuelva en bitcoin,’ porque el año que les timó valían muy poco y el año en el que se lo tenía que devolver valía muchísimo». El Supremo dijo que el bitcoin no es un método de pago con el aval del Banco de España y, por tanto, la devolución es con dinero.

Expertos insisten en revertir la idea maligna del mundo financiero digital y acoplar mecanismos para utilizarlo en beneficio: «La magia para mí es lo que llamamos una prueba, una evidencia, una prueba digital. Es decir, si está bien hecha la red y cómo se escribe en ella, servirá de prueba» sentencia Montse Guardia, experta en «blockchain» e inteligenc­ia artificial. Evidenciar un fraude con «blockchain» es, según ella, cada vez más posible.

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EFE La «B» de Bitcoin en el exterior de una conferenci­a en Florida, Estados Unidos
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