Davidovich: los sueños se cumplen F. Martínez.
► El malagueño gana a Dimitrov (6-4, 6-7 y 6-3) y jugará la final del Montecarlo ante Tsitsipas
Rafa Nadal suele decir que quien no se ponga nervioso para cerrar un partido o miente o es que le da igual el tenis. A Alejandro Davidovich no le da igual el tenis. Estaba ante la gran oportunidad de meterse en una final, además, la de un Masters 1.000, el de Montecarlo. En el segundo set disponía de su saque para doblegar en semifinales a Dimitrov, al que tenía desesperadito. Pero en ese juego todo fue diferente, le entró la precipitación al malagueño, lo cedió y eso parecía condenarlo. Pero en un tercer parcial heroico revivió cuando todo apuntaba a lo peor: sacó adelante un juego de 14 minutos y se llevó la gran victoria de su vida por 6-4, 6-7 (2/7) y 6-3. Tsitsipas (verdugo de Zverev por 6-4 y 6-2) será su rival en la final (14:30, Vamos). Es el defensor del título. «Desde pequeño había soñado con esto», confesó Davidovich. Los sueños, con trabajo, a veces se cumplen.
Era la primera semifinal de Masters 1.000 de Alejandro y hasta ese momento concreto de poder cerrar el duelo lo estaba afrontando con una calma notable ante un rival experimentado. El español tenía claro el plan: buscar el revés de Dimitrov, tirarle por ahí todas las bolas altas posibles hasta que se equivocara o hasta que dejara una corta para poder entrar en pista y buscar hacer más daño. Así llegó hasta el 6-4, 5-4, remontando incluso un break en contra en el segundo set, pero cuando miró cara a cara a la victoria, tembló. Ni es la primera vez que ha pasado en el deporte ni será la última. Del orden pasó al descontrol. El disgusto le duró un rato y disputó un mal tie break que llevó el encuentro al tercer set. Davidovich se fue al vestuario para respirar. Volvió para encajar un nuevo break. Dimitrov ya lo tenía con 0-2 y casi 0-3. La clave estuvo en ese tercer juego: duró 14 minutos y el andaluz mostró su descaro (¿inconsciencia?) salvando una pelota de rotura con un servicio por abajo. Sobrevivir ahí le dio la vida. Resurgió, hizo memoria para volver al plan y a eso unió grandes ganadores con su derecha o con la dejada. Sumó cinco juegos seguidos y esta vez sí gestionó bien el miedo para cerrar el duelo con un «ace».