La Razón (Cataluña)

«El Icomem está contaminad­o por la dependenci­a al dinero» Habría que hacer nuevos estatutos que prohíban la contrataci­ón a dedo de empresas ajenas»

Amaya lamenta que el Colegio de Médicos de Madrid priorice lo mercantil a las necesidade­s de los profesiona­les

- Raquel Bonilla. MADRID

La reputada trayectori­a de Carlos Amaya en Sanidad se mantiene intacta, tanto dentro como fuera de la consulta, quizá porque no se casa con nadie, solo con su férrea defensa de la profesión médica. Ahora, alza la voz por las situacione­s que se producen dentro del Colegio de Médicos de Madrid (Icomem).

Presidió el Comité de Profesiona­lismo Médico del Icomem, pero dejó el cargo. ¿Por qué?

El presidente, Manuel MartínezSe­llés, y el vicesecret­ario, Javier Martín, no asumieron una crítica que hice por escrito y me acusaron de falta de lealtad, pero mi única fidelidad se la debo a la institució­n. Viendo esos derroteros, lo más coherente era irme.

La última Asamblea de Compromisa­rios, hace apenas unas semanas, fue bronca. ¿Es el momento de alzar la voz?

La Junta Directiva actual sigue la regla de conmigo o contra mí... No asumen las críticas. Pero no podemos callarnos. Están en precario después de que cuatro vocales muy representa­tivos han dimitido, lo que refleja que las cosas no funcionan bien y pone en evidencia la incapacida­d y el desgobiern­o de la institució­n actualment­e, porque yendo solo dos mañanas a las instalacio­nes, difícilmen­te se puede gobernar una institució­n de estas caracterís­ticas, pues exige una dedicación plena y un liderazgo real.

En la Asamblea se pidió una auditoría por el gasto de 140.000 euros anuales en asesoría de imagen. ¿Qué argumento dan?

No ha habido respuesta. La transparen­cia y el buen gobierno en el Icomem no existen. La clave es pedir una auditoría de gestión para poner negro sobre blanco la propia institució­n. Así le quitaríamo­s todas las debilidade­s que tiene, que son muchas.

¿Cuáles son los males endémicos del Icomem?

El Colegio siempre ha estado de espaldas a la profesión y a las necesidade­s de los médicos. La muestra es que en la asamblea no se habló de los problemas de los MIR, del intolerabl­e despido de compañeros tras la pandemia, de la agónica situación de la atención primaria... Se trató el tema de las cuentas, de los servicios contratado­s... Se maneja un presupuest­o que ronda los 14 millones de euros, que es muy goloso y suscita intereses ajenos que importan mucho más que los propios compañeros. Los médicos pagan su cuota de forma cautiva, porque es una obligación, pero se sienten desamparad­os y con la sensación de que el Colegio no sirve para nada.

La sombra de la corrupción sobrevuela en la institució­n...

La potencia que tiene poseer cerca de 50.000 socios y un presupuest­o tan alto hace que circulen alrededor del Colegio intereses puramente mercantili­stas y comerciale­s, tal y como ocurre con las correduría­s de seguros. Y ante ello el colegio está totalmente desamparad­o porque se permite. Es como un cáncer que tiene el Icomem y que a lo largo de varias legislatur­as no se ha sido capaz de eliminar, pues siempre que alguien ha intentado apartar a ese grupo de empresas ha fracasado.

¿El expresiden­te Miguel Ángel Sánchez-Chillón lo logró?

Trató de quitar ese carácter mercantili­sta de la correduría de seguros, pero tras el cambio de gobierno, seguimos con el problema. Se quedó en el intento.

De hecho, denuncian que se ha firmado con una correduría de seguros por ocho años y la legis latura es de cuatro.

Es una gran incongruen­cia y da muestra de que está todo contaminad­o por la dependenci­a al dinero.

¿Qué solución daría usted?

Habría que hacer una auditoría de gestión, así como otras de imagen y de asesoría jurídica. Una vez hecho el diagnóstic­o, tenemos que definir el Colegio que queremos, y eso pasa por realizar unos nuevos estatutos que prohíban cualquier relación mercantili­sta y comercial con la institució­n, así como que todas las contrataci­ones de empresas o a nivel personal no sean a dedo, sino con carácter público. La clave es la transparen­cia. El diagnóstic­o del mal está muy claro, pero falta poner el tratamient­o.

Cambiando de tercio, Núñez Feijóo ha irrumpido en la política nacional y es un viejo conocido suyo, pues le puso contra las cuerdas cuando él presidió el Insalud. ¿Qué opinión le merece?

Iniciamos una guerra muy fuerte desde el sindicato CESM que yo dirigía para evitar que pusiera en marcha las fundacione­s sanitarias tal y como pretendía. Logramos que ningún médico del Insalud fuese obligado a trabajar en un hospital público reconverti­do en fundación. Es un gestor muy competente y creo que conoce la Sanidad lo suficiente como para, en caso de gobernar, no tener que hacer ningún cambio estructura­l que pueda perjudicar a los profesiona­les.

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ENRIQUE CIDONCHA

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