Turismo, salud y alimentación
AcaboAcabo de volver de Grecia, donde he permanecido diez días, y lo he hecho con hambre. Es un país devastado por esa calamidad de nuestro siglo que es el turismo de masas. Visité cuatro islas (Samos, Patmos, Leros y Kos) y algún que otro lugar, y en todos ellos era muy difícil saciar el apetito con un mínimo de dignidad, raciocinio e instinto de conservación. En primer lugar porque casi todo–monumentos, restaurantes, tabernas, hoteles y cafeterías– estaba cerrado y sólo reabriría a partir del regreso de los turistas en abril; en segundo, porque la oferta se limitaba, con pocas excepciones, a las piezas clásica s del« fast fo od»o comida basura que tanto agrada a ese tipo de viajeros, aunque viajeros, en puridad,n osean. Ya saben: pizzas,kebabs, hamburguesas, f in gers,c roquetasde engrudo, tacos, huevoskind er–en EE UU e Inglaterra ya los señalan las instituciones públicas como abiertamente nocivos–, dulces o helados de oreo y otras porquerías que no sólo atentan a las sagradas razones del paladar, sino que también lo hacen contra las de la salud, que son aún más sagradas. Nadie en su sano juicio deberíaingerir tales abominaciones gastronómicas, pu estoquea nadie se le oculta ya la evidencia de que buena parte de las dolencias, incluyendo algunas de las más graves, tienen su origen en la dieta. Yo, desde luego, no las como, aunque en cierta ocasión, hace de eso unos seis lustros, me zampé en M cD onald’ s de Gran Vía una hamburguesa para acompañar a la menor de mis hijas, niña aún, y me dio tanto asco que renuncié a volver a hacerlo. Supongo que gracias a eso, entre otras cosas, he llegado vivito y cole ando concierto gracejo ala el evadí sima edad que ahora tengo. Aludo, por supuesto, a las hamburguesas industriales. A las naturales, no, que bien ricas están cuando la carne es buena. No siempre lo es, sin que eso signifique que esté coincidiendo con el ministro Garzón. Malo es lo de Grecia, pero como no creo que vaya a volver, allá ellos. Lo grave es que algo parecido me pasó hace meses en el centro de Valencia y en Chamberí. Está visto que para cuidar de la salud, disfrutar de los placeres del ames ay atender a la gula lo mejor es no salir de casa.