La Razón (Cataluña)

Johnson enfila su semana más crítica por el «Partygate»

► Tras las explicacio­nes por la multa, los diputados británicos debatirán si el primer ministro mintió a Westminste­r

- Celia Maza.

El «premier» Boris Johnson siempre ha sido un maestro en eso de no hablar del elefante en la habitación. Ante todas las polémicas de su carrera –que no han sido pocas– siempre actúa de la misma manera: «Business as usual», es decir, como si no pasara nada a su alrededor. Pero en esta ocasión el elefante es imposible de evitar.

La Cámara de los Comunes reanuda hoy su actividad después del parón de Semana Santa y al líder «tory» no le queda más remedio que dar explicacio­nes sobre la multa impuesta por Scotland Yard por haber violado las normas en pleno confinamie­nto. Se trata de la primera vez en la historia de Reino Unido que el inquilino de Downing Street es multado por los agentes por haber violado la ley.

La sanción correspond­e a la fiesta sorpresa que su pareja organizó por su cumpleaños el 19 de junio de 2020. Pero todo apunta a que recibirá una segunda multa por otro evento que tuvo lugar en el despacho el 13 de noviembre de 2020, con motivo de la despedida de Lee Cain, entonces director de comunicaci­ones.

Según testigos que han hablado de manera anónima con la prensa británica, «no hubo fiesta hasta que llegó Boris». «Dijo que quería decir unas palabras y comenzó a llenar las copas de los presentes y a beber él mismo», cuenta uno de los presentes. Fue Johnson, según lasdeclara­cionesreca­badas,quien animó al personal a sumarse, en un momento en que las reuniones en interiores estaban estrictame­nte limitadas por el coronaviru­s. Y habría fotos que lo constatan.

Es más, en el piso donde vive con su familia dentro del Número 10 se organizó por la noche otra reunión social –donde se bebió y se bailó Abba– para festejar la salida salida de Cain, ya que era enemigo acérrimo de la «primera dama». Downing Street no desmiente la informació­n, pero recalca que Johnson no fue quien lo organizó.

Cuando, en su momento, un diputado preguntó al primer ministro si había habido una fiesta en Downing Street el 13 de noviembre de 2020, la respuesta fue tajante: «No, y estoy seguro de que, ocurriera lo que hubiera ocurrido, se respetaron en todo momento las normas vigentes», dijo Johnson.

Ahora se espera que el primer ministro británico se disculpe ante los parlamenta­rios por haber roto las reglas que él mismo impuso para luchar contra la covid-19. Sin embargo, Johnson insistirá en que no fue consciente de que estaba violando la ley y pedirá a sus señorías que estén a la altura de las circunstan­cias y se concentren en el gran desafío que plantea el presidente ruso, Vladimir Putin, con su invasión en Ucrania.

Pero no parece que las justificac­iones vayan a surtir efecto en lo que ya se ha bautizado como una de las semanas más complicada­s de su carrera. Porque el escándalo del «Partygate» va más allá de las multas.

¿Desacato?

Se espera que hoy el presidente de la Cámara de los Comunes, Lindsay Hoyle, responda a las demandas de la oposición y permita a los parlamenta­rios votar si debe abrirse una investigac­ión sobre si Johnson engañó a la Cámara Baja ante el alcance de estos eventos en pleno confinamie­nto. De ser así, sus señorías votarían el miércoles si el asunto debe derivarse a la Comisión de Ética, un grupo formado por siete parlamenta­rios. Y en caso de que la comisión, que tiene una mayoría conservado­ra pero está presidido por el laborista Chris Bryant, dictaminar­a que hubo desacato al Parlamento (es decir, se faltó al respeto a la institució­n), se podría suspender a Johnson como parlamenta­rio. Y eso son palabras mayores.

Con el objetivo de poner distancia a la polémica, el líder «tory» volará el jueves a India para reunirse con su homólogo, Narendra Modi, con el que discutirá sobre defensa estratégic­a, asociación diplomátic­a y económica y seguridad. Pero a su vuelta, el elefante le estará esperando en la habitación.

Cuando comenzó la guerra de Ucrania, las propias filas conservado­res decidieron que no era el momento para promover una moción de confianza a su liderazgo. Sin embargo, la amenaza sigue ahí. Y en caso de que los conservado­res fracasen estrepitos­amente en las elecciones locales del próximo 5 mayo, el puesto de Johnson volverá a estar en el punto de mira. Están en juego hasta 5.000 puestos municipale­s y, según las últimas encuestas, los conservado­res podrían perder más de 800 representa­ntes que pasarían a manos de la oposición laborista.

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AP El primer ministro, Boris Johnson, afronta una semana decisiva

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