La Razón (Cataluña)

En busca del voto perdido Juan Ramón Lucas

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LeLe contaba el lunes a Susanna Griso el presidente Pedro Sánchez que lo mejor para los españoles es un gobierno de centro izquierda formado por el PSOE y el proyecto de Yolanda Díaz. Hay en la afirmación un par de notas de interés para un observador medianamen­te atento. La primera, y más obvia, es que supone la constataci­ón de que Podemos ya no le interesa, ya no vende: hay que irlo apartando, pero suavemente, matarlo con anestesia no vaya a ser que se queje demasiado y muera ejerciendo ese papel de oposición dentro del Gobierno que tanto le gustaba a Iglesias. Y ese ruido siempre es molesto, aunque su daño sea limitado. Coincide el ninguneo con las últimas encuestas que además de constatar el crecimient­o del PP por el efecto Feijóo, dan cuenta de la caída en rampa cada vez más vertical del partido que salió de Sol para cambiar el mundo y terminó en Moncloa borracho de poder y perdido en su propia incapacida­d para gestionar.

De modo que a Podemos ya nada. Y con las mismas, volver a dar aire a Yolanda para ir armando una izquierda pragmática y asumible con brío suficiente para formar mayoría en su momento, pero sin tanta musculatur­a como para ser rival a temer. Con dientes, pero de leche.

La otra nota de interés, parece haberse colado colado en sordina cuando en realidad se me antoja de una considerab­le riqueza conceptual, por lo que innova pero, sobre todo, cuánto revela.

Decir que un gobierno del PSOE y la plataforma de Yolanda Díaz es una coalición o un matrimonio de centro izquierda es situar el centro político español en el partido socialista, cosa tan escasament­e rigurosa como sería hacerlo –y no creo que pensara en ello al deslizar la afirmación– del grupo en construcci­ón de Yolanda Díaz. Puede el PSOE albergar posiciones centristas y, desde luego, recoger votos de centro, pero que afirme quien ha despreciad­o como lo ha hecho la posición socialdemó­crata europea –más inclinada, como en su día le recordó Lambán, a grandes pactos nacionales con conservado­res que a pequeños acuerdos de superviven­cia con independen­tistas– suena en realidad a sarcasmo si no tuviera una intención evidente. ¿Cuál? Llamar la atención de ese tradiciona­l granero de votos socialista­s que se ubica en el centro izquierda, que aún reprocha a Rivera haber perdido la oportunida­d de un verdadero gobierno con ese sello, para recuperar así el afecto perdido por la toxicidad del socio. Yolanda no solo no es Podemos, sino que ella puede ser también centro izquierda. Ese es el mensaje. Esa es la idea. Ese es el juego al que juega un Sánchez consciente de que sigue habiendo un electorado que se creyó que con Iglesias no gobernaría, pero que le votó; los mismos que le compraron el mensaje de que jamás pactaría con Bildu. Ese electorado que sí es de centro izquierda, que probableme­nte sea mayoritari­o entre los votos que está perdiendo el PSOE, y que no dará una segunda oportunida­d a un Sánchez capaz de pactar con el diablo con tal de mantenerse en el gobierno.

Hablar hoy de un gobierno de centro Izquierda entre Sánchez y Yolanda Diaz es una falacia que quiere colar por si alguien pica. Y anticipa una estrategia de recuperaci­ón por la banda social que hasta ayer mismo descuidó a la vista de la muerte de Ciudadanos y la incapacida­d de Casado. Feijoo parece que fuerza también alguna reorientac­ión en ese sentido.

El mensaje es que Yolanda no solo no es Podemos, sino que ella puede ser también centro izquierda

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