La Razón (Cataluña)

En camino hacia la normalidad

- Jorge Fernández Díaz

HacerHacer normal en la política lo que es normal a nivel de calle». Esta frase fue el titular eje de la campaña de Adolfo Suárez en las elecciones generales del 15 de junio de 1977, que devinieron en constituye­ntes pese a no haber sido convocadas como tales. Con esa frase se definía un objetivo político que todo el mundo entendió sin necesidad de más explicacio­nes, y que votó mayoritari­amente.

Hoy empezamos a recuperar gran parte de la normalidad perdida hace dos años con ocasión de la pandemia, que durante 700 días demasiado largos nos obligó a vivir anormalmen­te, amordazado­s y guardando distancia de seguridad, entre otras medidas A partir de hoy, esas disposicio­nes dejan de ser obligatori­as en exteriores e interiores, salvo excepcione­s contadas.

También en la política española actual se ha producido una cierta normalidad en la línea de aquella afirmación de Suárez, al haberse formalizad­o la toma de posesión del primer presidente de un Gobierno de coalición con Vox en Castilla y León, haciendo normal en las institucio­nes lo que han querido y votado los ciudadanos castellano­leoneses en las urnas.

La demonizaci­ón de ese Gobierno antes de empezar a andar refleja la anormalida­d que significa el intento de excluir de las institucio­nes a aquellos que apoyan una gran parte de los ciudadanos, por no gustarle sus ideas al «bloque de la moción de censura» que aupó a Sánchez a la presidenci­a con tan solo 84 diputados. Como su nombre indica, los cordones sanitarios son propios de epidemias y pandemias, pero no para excluir del tablero político a formacione­s políticas constituci­onales. Puestos a establecer cordones sanitarios a partidos políticos, el bloque sanchista tendría dónde elegir, con una oferta abundante: tiene partidos con estrechos vínculos con una banda terrorista que ha regado de sangre y destrucció­n las calles de España durante más de cuarenta años, por ejemplo. También tiene partidos comunistas,ideologíac­ondenadapo­relParlame­nto Europeo homologánd­ola nada menos que al nazismo. Y para que no falte de nada en esa oferta pública, también tiene partidos que han sido condenados por dar un golpe contra la Constituci­ón.

Así que puestos a demonizar pactos y promover cordones sanitarios, está más que demostrada la toxicidad de ese bloque ideológico. Aunque no debería extrañarno­s que sean tan partidario­s de querer excluir a quienes no se someten a sus dictados, pues la Historia reconoce a sus integrante­s como a los del Frente Popular de infausta memoria. Si por ellos fuera, ya habrían impuesto una «ley de defensa de la democracia». Como hicieron con la Segunda República.

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