Mañueco quiere ser «el presidente de todos»
► Agradece, tras la toma de posesión, el respaldo de Feijóo y Ayuso alaba el gran pacto entre PP y Vox
Alfonso Fernández Mañueco ya es presidente de Castilla y León, después de 123 días de Gobierno en funciones. Y lo es tras tomar ayer posesión de su cargo en las Cortes autonómicas en un acto mediático, por lo que supone el pacto entre PP y Vox pero también por la ausencia de Núñez Feijóo y la presencia de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, además de austero, ya que se suprimió el tradicional vino español posterior.
Tras jurar el cargo, las primeras palabras de Fernández Mañueco eran para acatar la Constitución Española «como garantía suprema de libertades y derechos», reivindicar el Estatuto de Autonomía, por haber impulsado a la Comunidad en España en las últimas cuatro décadas, y, sobre todo, para expresar su firme voluntad de ser el presidente de todos, sin ideologías. Mañueco pedía también paciencia y comprensión, agradecía el apoyo de los suyos y de su familia por haberle guiado y regalado un ángel de la guarda para que le ayude en esta nueva andadura.
También quitaba hierro a la comentada ausencia de Feijóo cuando cuando decía que tiene su respaldo «en lo político y en lo personal» desde hace muchos años, pero especialmente desde que es presidente del partido, y agradecía a Díaz Ayuso su presencia y apoyo: «Sé que cuento contigo y vamos a estrechar lazos y colaborar en objetivos comunes con la mayor intensidad posible», le decía.
Tras nuevos agradecimientos que extendía a su partido en la Comunidad o a los expresidentes de la Junta, Jesús Posada, Juan José Lucas y Juan Vicente Herrera, también presentes en el hemiciclo, Mañueco contestaba a la mano tendida y leal que antes le había trasladado la ministra de Educación, Pilar Alegría, como representante del Ejecutivo de Sánchez en la toma de posesión, asegurando que Castilla y León también será leal con el Gobierno de España, pero matizaba que lo será «en todo lo que sea beneficioso para la Comunidad, para asegurar la integridad de España y en defensa de los intereses de los castellanos y leoneses». Igualmente, el ya presidente de la Junta se comprometía generar ilusiones desde la racionalidad, el realismo , la mesura y la prudencia, «porque en política no hay redentores ni soluciones milagrosas», y por ello reivindicaba el trabajo diario y la resistencia ante las adversidades, como principios básicos.
Mañueco aseguraba también que ambiciona una Castilla y León activa, lejos de los tópicos de la pasividad y el conservadurismo, y en continuo progreso, capaz de ofrecer iniciativas, talento, solidaridad y dinamismo. Si bien, advertía de que para lograrlo hace falta sacrificio y espíritu de superación.
Y, sobre todo, se mostraba orgulloso del pasado de esta Comunidad, así como de su «brillante presente» y de un «futuro esperanzador no exento de dificultades y retos», y reafirmaba su apuesta por una Castilla y León firme que, desde la «humildad y sin complejos», seguirá defendiendo los derechos sociales conseguidos.
Tras defender el campo y los pueblos, reivindicar una educación orientada hacia la excelencia, con la cultura del esfuerzo como referente «y que aliente a seguir el ejemplo de los mejores de los nuestros», Mañueco ofrecía diálogo y consensos para conseguir un futuro atractivo para los proyectos de vida personales y profesionales, y se comprometía a poner de moda a Castilla y León y a hacerla más grande. «Pondré todo mi trabajo, conocimientos y voluntad en conseguir todo esto», decía.
La toma de posesión había comenzado con la intervención del presidente de las Cortes, Carlos Pollán, que daba la bienvenida a los más de 250 invitados en la tribuna de invitados, entre ellos Santiago Abascal, líder de Vox, o los populares Mariano Rajoy, Ana Pastor y Cuca Gamarra, y se mostraba convencido de que se abre una nueva etapa y forma de hacer política en la Comunidad. También de que Mañueco guiará al éxito a esta Comunidad y pondrá en el centro de su actuación a las personas de Castilla y León. Después intervenía la ministra de Educación, Pilar Alegría, que hacía una encendida defensa de la Constitución y del modelo autonómico como garantes de la libertad y del progreso económico de España, pero también como solución a la crisis actual.
El popular reivindica el trabajo diario y la resistencia ante las adversidades como principios básicos