La Razón (Cataluña)

La falta de lobos podría debilitar a los grandes herbívoros

Un estudio ha evaluado cómo la depredació­n selectiva afecta a la salud de las poblacione­s de sus presas

- Daniel Pellicer.

LaLa naturaleza es implacable. Cuando el hambre acecha, los depredador­es hacen una valoración sobre el riesgo que corren, lo que habrán de esforzarse para conseguir su captura y el beneficio que obtendrán, así que tienden a cazar las presas más viejas, débiles, enfermas o heridas. Al eliminar selectivam­ente a aquellos individuos «menos capacitado­s», los depredador­es pueden desempeñar un importante papel en la regulación de la salud de las poblacione­s de sus presas. Un nuevo estudio llevado a cabo por la Universida­d Tecnológic­a de Michigan y publicado en Frontiers in Ecology and Evolution se ha dedicado a evaluar de qué forma los lobos (Canis lupus) selecciona­n a los alces adultos (Alces alces) en el Parque Nacional de Isle Royale en función de la edad y de la presencia de osteoartri­tis en la presa. Además, han analizado cómo la disminució­n de muertes de alces por lobos puede favorecer el incremento de esta enfermedad de base genética. Para llevar a cabo el estudio han utilizado los registros de osteoartri­tis en los alces durante el periodo de 33 años entre 1975 y 2007. En palabras de Sarah R. Hoy, autora principal del estudio: «El descenso de la osteoartri­tis tras los años de mayor depredació­n se debe –creemos– a que los lobos eliminaron preferente­mente a los alces con osteoartri­tis de la población».

Yellowston­e y los lobos

En conjunto, estos resultados sugieren que la depredació­n selectiva desempeña un papel importante en la regulación de la salud de las poblacione­s de sus presas. Además, dado que la osteoartri­tis está influencia­da por factores genéticos, también se pone de manifiesto cómo el lobo puede actuar como una fuerza selectiva contra los genes asociados al desarrollo de osteoartri­tis precoz. Por tanto, estos hallazgos apoyan la reintroduc­ción de estos depredador­es para que mejorar la salud de las poblacione­s de grandes herbívoros. Este no es el único caso en el que la reintroduc­ción de los lobos supuso una mejora en un ecosistema. Un estudio llevado a cabo en parque nacional de Yellowston­e permitió documentar cómo la reintroduc­ción de estos depredador­es depredador­es mejoró la población de los cérvidos allí presentes, la calidad de los árboles y plantas e incluso modificó el curso de los ríos debido a las diferencia­s en la actividad de los castores.

En este caso, la presión ejercida por los lobos propició el movimiento de los ciervos por el parque, lo que, a su vez, permitía que las zonas donde estos animales pastaban con más frecuencia se recuperara­n y se alzaran nuevos árboles que anteriorme­nte eran devorados sin haber tenido la oportunida­d de crecer. La recuperaci­ón recuperaci­ón de la vegetación atrajo a más animales a la zona, desde aves que podían crear más nidos hasta castores que se aprovechab­an de la mayor cantidad de madera disponible y podían realizar más presas, necesarias para su reproducci­ón. Los estudios de este tipo son oportunida­des únicas para comprender la función de cada una de las piezas de la maquinaria que forman los ecosistema­s y su evolución a lo largo del tiempo.

La población de lobos en la Península se ha recuperado de forma exitosa desde que alcanzara su mínimo en los años 70, cuando se estimaba que únicamente quedaban unos 200 ejemplares. Actualment­e se realiza un seguimient­o de los ejemplares tanto por muestras indirectas como las heces como mediante marcaje y se calcula que el número de ejemplares ha aumentado hasta los 2.000 o 3.000.

España y los lobos

El lobo ha sido objeto de polémica durante las últimas décadas en España al atribuírse­le numerosos ataques al ganado que han causado cuantiosas pérdidas económicas. Y es que el manejo de la población de los lobos es un problema harto complejo ya que su recuperaci­ón trae sin remedio un descontent­o general por parte de los ganaderos, que ven amenazado su medio de vida. Generalmen­te, los pastores no hallan consuelo en las ayudas ni en las subvencion­es concedidas debido al impacto emocional que les genera encontrar la escena posterior a un ataque. Bien es cierto que diversas asociacion­es llevan años denunciand­o, con los estudios realizados por los organismos científico­s en la mano, que la mayoría de los ataques a la ganadería los perpetran perros salvajes y no el lobo. A pesar de los argumentos que se aportan, son los lobos los que cargan con la mala fama, lo que los convierte siempre en los primeros sospechoso­s.Lo que sí que podemos concluir con los estudios anteriores es que las evidencias apuntan a que el lobo es un elemento clave para el mantenimie­nto de los ecosistema­s, tanto para la salud de los grandes herbívoros que habitan las praderas y montes, como para la salud del propio ecosistema. Por ello es de vital importanci­a encontrar el punto medio con las partes afectadas y minimizar los daños causados por su presencia.

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La población de lobos en la Península se ha recuperado bastante desde que alcanzara su mínimo en los 70

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