La Razón (Cataluña)

Netflix: lo que pasa es que ya no interesa (tanto) lo que programas

- Pedro Narváez

ElEl batacazo bursátil del miércoles ponía una corona funeraria en la tarta de resultados de Netflix y corriendo fueron todos los analistas que en el mundo caben a explicar por qué con una caída de 200.000 suscriptor­es sobre un censo de 220 millones las acciones se habían desplomado. Las respuestas son múltiples y, como se dice ahora, incluso cuando no viene a cuento, transversa­les. De acuerdo, tenemos guerra rusa, la pandemia ha terminado (de momento) y la competenci­a cada día es mayor (y en algunos casos, mejor). Disney no va a dejar que le cacen el ratón tan fácilmente. Ni Amazon, ni Apple, ni HBO. La explicació­n de la propia Netflix es echarse un montón de excremento encima: la culpa la tienen las claves que comparten los usuarios. ¿Pero no fue la propia

Netflix la que permitió que esas claves se compartier­an para llegar al mundo todo y hacerse con todo el mercado? Ah, la vida. Lo que un día fue bueno, luego se hincha y explota. Nos pasa a todos con la tripa. De la tableta a la barriga pasan unas pocas horas de zapping.

Pero yo venía aquí a hablar de mi libro y, como ahora no tengo, voy a hablar de mí. Tal vez los de Netflix podrían mirarse también el ombligo y en vez de ver la N lustrosa sacarse alguna pelusilla. Por ejemplo. Empezar a preguntars­e por qué cada vez nos gusta menos Netflix. Hubo un tiempo, antes de la última glaciación, en el que estaba deseando llegar a casa y pegarme un maratón de una serie que era más buena que la anterior, en el que los fines de semana se pasaban con palomitas y Coca Cola en casa, y los amigos venían a ver qué misterio escondía la televisión a la carta. Pero el resto del mundo también se mueve (aunque desde vuestra atalaya os parezca imposible) y la competenci­a creó unas series que superaron a las de Netflix. Y resulta que puedo permitirme pagar un par de plataforma­s, pero no siete.

Así que un día, al fin, la ardilla alcanza la nuez y se va a otra pantalla. Sí, celebro haber visto «El poder del perro» en casa y a los pocos días de estrenarla. Celebro que sea tan buena. Queríais que el cine fuera igual a Netflix. Doblegar a Scorsese. Os planteáis, al menos, incluir publicidad. Revivir el cine matándolo de alguna manera. No siento nostalgia, por pura pereza, de la sala oscura, que diría Almodóvar, y la verdad no sé muy bien a qué sitio oscuro se refiere. El «streaming»y la multipanta­lla no tiene vuelta atrás. Pero lo importante es el contenido -no cerrar «La casa de papel» por ejemplo- para llegar, como nos recordará en breve el ya mítico Buttz Lightyear de Disney, hasta el infinito y más allá.

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NETFLIX Una escena promociona­l de «La casa de papel», que no fue prolongada por Netflix

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