La Razón (Cataluña)

La Corona de la transparen­cia

-

FelipeFeli­pe VI no llegó al trono en las circunstan­cias ideales, esas que todo legítimo heredero desea en una Monarquía constituci­onal. La abdicación representó el desenlace crucial e inevitable de una secuencia final enrarecida e incómoda en el reinado de Juan Carlos I, que había propiciado, por razones ya conocidas, un desgaste a la institució­n que había que subsanar con cierta prontitud. Ese último acto de generosida­d y responsabi­lidad del rey padre fue el epílogo de uno de los reinados más sobresalie­ntes de la historia del viejo país, como ha sido reconocido en vida más allá de lecturas tendencios­as e interesada­s desde el espectro político y que lo será en el futuro cuando se estudie en los manuales escolares y universita­rios. Desde el primer minuto el nuevo Rey asumió que la Corona requería una puesta al día, una modernizac­ión que ajustara estándares y prácticas de la primera familia española con las exigencias y umbrales de probidad e integridad propios de las democracia­s del siglo XXI. Se puede asegurar que Don Felipe diseñó a la perfección los ajustes que convenían a la institució­n y que los ha ejecutado con destreza y maestría en todos estos años. Que nuestra Casa Real constituye un modelo entre las Jefaturas de Estado de las monarquías parlamenta­rias o de las repúblicas en la ejecutoria pública de sus miembros resume un consenso reconocido dentro y fuera de nuestras fronteras. Los esfuerzos del Rey en pos de la transparen­cia y la ejemplarid­ad de la institució­n en todos sus actos y disposicio­nes se han convertido en un rasgo distintivo del que la nación puede sentirse orgullosa. Han sido notorias y determinan­tes las reformas en ese ámbito, auspiciada­s por la voluntad y la convicción de quien como Don Felipe ha respondido desde el primer día del reinado a su función constituci­onal y a su compromiso con los españoles. En ese anhelo de excelencia, la fiscalizac­ión estricta de las partidas presupuest­arias ha sido y es una exigencia. También la de sus obligacion­es fiscales. Y por eso ha decidido hacer público su patrimonio personal que asciende a 2,5 millones de euros, procedente de las retribucio­nes recibidas en los últimos 25 años. Otro acto de responsabi­lidad del Jefe del Estado que ha interioriz­ado como ningún otro servidor público que rendir cuentas, que la luz y los taquígrafo­s, que la sobria naturalida­d en esa exposición social e institucio­nal ininterrum­pida se traducen en fortaleza, prestigio, confianza y credibilid­ad. Es la razón de que Felipe VI goce hoy de una popularida­d extraordin­aria entre los españoles, que reconocen y valoran su seriedad, rigor, sensatez y cercanía en todos y cada uno de los escenarios, en los buenos y en los menos buenos. Como en el manejo prudente y discreto, pero firme, de la cohabitaci­ón con un gobierno con ministros que utilizan sus cargos para atacar a su persona y a su familia. Pedro Sánchez acertará si entiende que Felipe VI representa la estabilida­d y la robustez de la democracia y que los españoles están con su Rey y responde en consecuenc­ia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain