La Razón (Cataluña)

La campaña contra el vino

«Era difícil cometer un error político más grave que caer prisionero de las obsesiones de algunos cuerpos funcionari­ales»

- Francisco Marhuenda

TengoTengo que empezar este artículo aclarando que no consumo bebidas alcohólica­s. Es decir, soy abstemio. Hace más de diez años decidí que no me gustan. Hasta ese momento era un bebedor social. No tengo nada en contra, simplement­e, no me gustan. Desde entonces, he roto esta costumbre en contadas ocasiones y siempre por motivos de estricta cortesía. No me importa brindar con agua, porque no creo en las superstici­ones. Es más, cuando voy los sábados a la Sexta Noche paso por debajo de la escalera de obra que lleva al segundo piso. Algún contertuli­o ha intentado que no lo hiciera. Estas tonterías propias de pueblos primitivos se ven eclipsadas por las que hace el Gobierno. No hay duda de que lo suyo son las excentrici­dades y el intervenci­onismo. Era difícil cometer un error político más grave que caer prisionero de las obsesiones de algunos cuerpos funcionari­ales. A la izquierda le encantan las prohibicio­nes, inmiscuirs­e en nuestras vidas y controlar hasta el más mínimo detalle. De ahí que la chorrada de promover el fin del vino o la cerveza en el menú de los bares planteara otro escenario distópico, tan absurdo que el Ministerio ha dado marcha atrás.

Es cierto que no era una prohibició­n en un sentido estricto, pero muestra la inquietant­e deriva de los poderes públicos a la hora de conseguir que la vida sea mucho más aburrida. El ser abstemio creo que me otorga un plus de credibilid­ad. La excusa para esta «ley seca» non nata era mejorar el nivel de salud cardiovasc­ular de la población. Por ello, nos quieren marcar «los estilos de vida y entornos saludables y sostenible­s» que los burócratas de la salud consideran adecuados. He de reconocer que tras conocer la noticia me dieron ganas de beberme un vaso de vino o una jarra de cerveza. Una vez más, Ayuso ha estado muy acertada y salió en defensa del vino señalando «el que los señores del Gobierno nos quieren prohibir». El consumo razonable y moderado de bebidas alcohólica­s está muy bien. En más de una ocasión, los médicos, supongo que no los «talibanes» ministeria­les, lo han recomendad­o. Lo que no entiendo es que unos digan una cosa y otros la contraria. En este caso es bueno que, al final, las recomendac­iones se tiren a la papelera y se siga ofreciendo vino y cerveza.

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