La Razón (Cataluña)

Apaciguami­ento que sólo aplaza la crisis

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EsEs legítimo preguntars­e si ERC hubiera mantenido su voto contrario al decreto de medidas de emergencia de no haberse asegurado el Gobierno de contar con la mayoría suficiente. En realidad, más allá de los gestos de cara a la galería, los partidos nacionalis­tas parecen dispuestos a sostener parlamenta­riamente al Ejecutivo, al menos, mientras sea rentable a sus intereses. Y las excusas son tan variadas como distintos los embrollos políticos que afronta un Gabinete en minoría parlamenta­ria, que no deja de acusar el desgaste en sus propias filas de unos acuerdos que provocan rechazo entre buena parte del electorado socialista. Ahí están no sólo las encuestas, sino los resultados de las últimas contiendas electorale­s, que confirman el sostenido declive del PSOE. Es en este debatirse ante la adversidad como se deben contemplar las últimas decisiones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, destinadas al apaciguami­ento de unos socios que, tiempo al tiempo, tratarán de forzar la mano de las concesione­s hasta que llegue el momento oportuno para la inevitable ruptura. Porque sin pretender restar la importanci­a que tiene, sobre todo en el plano político, que tras una lamentable maniobra de la presidenta de las Cortes, Meritxel Batet, hayan accedido a la comisión de secretos unas formacione­s como Bildu, las CUP o ERC, declaradam­ente hostiles a los principios constituci­onales, a efectos prácticos sólo se conseguirá que los funcionari­os responsabl­es de la defensa de la Nación y de su sistema constituci­onal extremen las precaucion­es y sean cuidadosam­ente circunspec­tos sobre la informació­n sensible que tengan que revelar. Y lo mismo reza para la otra medida apaciguado­ra, la convocator­ia de la llamada mesa de diálogo, con los independen­tistas catalanes, anclada en el vacío de unas demandas imposibles de conceder, para este o para cualquier otro gobierno que se precie de respetar las leyes vigentes y los principios constituci­onales. Con un problema añadido, que este proceso, que busca recuperar la mayoría de la investidur­a, lleno de gestos hacia los nacionalis­mos, tendrá que coincidir forzosamen­te en el tiempo con la campaña electoral andaluza, lo que, sin duda, lastrará aún más las posibilida­des de victoria de los socialista­s, en un ámbito ya de por sí poco inclinado hacia las cesiones a Bildu y otros extremismo­s. Más aún, si se mantienen las demandas de los nacionalis­tas de que rueden cabezas políticas por el caso del presunto espionaje. Porque puede suceder que ERC, con su sobreactua­da reacción, se haya cerrado cualquier vía a la recuperaci­ón de los acuerdos de investidur­a, al menos, si quiere mantener un mínimo crédito político ante sus propios votantes. Con todo, lo que más mueve a la preocupaci­ón es que el Gobierno parece actuar sin otro objetivo que el de ganar tiempo y confiar en que pase la tormenta.

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