Sánchez-Gijón y la gestación subrogada
La actriz vuelve al cine para dar vida a una exitosa mujer de negocios dispuesta a todo por ser madre
AntesAntes de convertirse en la fría Beatriz de «La jefa», película que marca su regreso a la gran pantalla después de «Madres paralelas», Aitana Sánchez-Gijón cuenta que no se había documentado demasiado sobre la polémica alrededor de la gestación subrogada: «Es un tema que siempre me ha despertado mucha curiosidad y un gran dilema moral sobre el que nunca he tenido una opinión marcada a fuego. No sé tampoco si hay que legalizar o no la prostitución, por ejemplo. Son asuntos controvertidos en los que, de repente, un día me encuentro pensando una cosa y al día siguiente la otra. No tengo la solución», explica a LA RAZÓN desde una neutralidad orgánica antes de hablar sobre su personaje: «Cuando ella decide apostar por la gestación subrogada no es una persona que llevara años formándose o acercándose al tema, sino que se trata de algo más impulsivo. Ahí mis dudas ayudaron, porque es algo que le brota. Y eso se hace explícito en la película. Es alguien que cree que puede hacer lo que quiera siempre simplemente por las facilidades que ha tenido en la vida, por lo exitosa que ha sido».
Bicho de teatro
En «La jefa», Sánchez-Gijón se mide en lo interpretativo y lo argumental con la argentina Cumelén Sanz, que pone rostro a una joven recién llegada a la empresa: en mitad de una vorágine «trabajólica», un embarazo no deseado conectará a ambas mujeres, dispuestas a atravesar los límites de lo legal, lo moral y lo ético. «Mi personaje es una mujer que no ha sanado las heridas de su pasado y las ha ido tapando. Pero cuando tiene ataques de pánico se dejan ver las cicatrices. Ella cree que lo puede tener todo controlado y, de repente, se da cuenta de que todo es mucho más volátil. Y Sofía, el personaje de Cumelén Sanz, también. Ahí es cuando la película se revela mucho más compleja, cuando ambas pierden el control y comienzan a dar palos de ciego», matiza una Sánchez-Gijón que también explica su paulatina desaparición del cine: «Es en el teatro donde me han ofrecido los personajes más potentes y más increíbles. Soy un bicho de teatro, aunque me encante el cine y el audiovisual. Mi camino de crecimiento, aprendizaje y conexión profunda con la profesión está en las tablas», añade.