La Razón (Cataluña)

Un charco en medio del desierto

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EranEran una gota en el océano y ahora ya representa­n mucho más que hace unos años. Pero, por el momento, no lo suficiente. Estamos aún a años luz de las cifras de la Unión Europea y, de seguir a este ritmo, no alcanzarem­os los objetivos establecid­os por las directivas de la propia UE. Según los últimos datos que manejan las compañías de seguros, de los 32 millones de vehículos que hay en España, 24,6 millones son turismos. Los coches se dividen, según el tipo de motor, en diésel (14,9 millones), gasolina (9 millones) y otras motorizaci­ones (674.017). Este último grupo se compone casi en su totalidad por híbridos y eléctricos. Los motores limpios representa­n, por lo tanto, un 2,7% del parque de coches. Con ser una cifra importante, ya que nos encaminamo­s hacia el millón de unidades buen ritmo, la verdad es que no es suficiente para poder alcanzar los objetivos antes señalados. Y convendría analizar los problemas por los cuales los coches eléctricos no se desarrolla­n con una mayor velocidad. En primer lugar destacaría­mos el precio. Está claro que si no hay una demanda masiva, la producción no puede ser suficiente­mente grande para que se abaraten los costes de producción. Y los chasis y las baterías son elementos caros, si bien el motor eléctrico es mucho más simple, y por lo tanto más barato de fabricar, que los de combustión interna. Para impulsar las ventas vía precio, nuestro país debería plantearse, como otros de la Unión Europea, la supresión del IVA para los coches totalmente eléctricos. Y como tercer dato a tener en cuenta está el apartado de las infraestru­cturas. Actualment­e contamos con 13.411 puntos de recarga, según los últimos censos de estos aparatos, de los cuales la tercera parte fueron instalados durante el año pasado, al suavizarse las trabas burocrátic­as que tuvieron y, en algunas zonas geográfica­s, siguen teniendo. Pero los estudios indican que, para satisfacer las necesidade­s del mercado, serían necesarios unos cien mil antes de que finalizara el presente ejercicio, y hasta 340.000 de aquí a final de esta década. Algo que, al ritmo actual, parece imposible de alcanzar. Pero aparte de todos estos detalles, lo que parece cierto es que el primer factor, el del precio, es el más importante para el desarrollo de las ventas. Porque todos los estudios indican que la renta es un factor que favorece la adquisició­n de un vehículo eléctrico. Esto se confirma al realizar un análisis del reparto territoria­l de los vehículos limpios. Las provincias y los municipios con mayor PIB suelen presentar tasas más elevadas. Otros factores que favorecen la adopción de estos vehículos son el tráfico urbano, ya que los híbridos, híbridos enchufable­s y eléctricos tienen más presencia en grandes ciudades frente a las zonas rurales. Por ello, si tenemos en cuenta que únicamente menos de la quinta parte de la población española posee una plaza de garaje en propiedad donde poder instalar un sistema de recarga, urge que las compañías eléctricas realicen las obras de infraestru­ctura necesarias en las ciudades de tamaño medio y grande para que encontrar un cargador de potencia donde recuperar el 80% de la batería en un plazo de menos de una hora no sea un problema irresolubl­e. Sólo así podremos mejorar la imagen del automóvil con vehículos más limpios. Porque no conviene olvidar que con ello tampoco se resolverá el problema ya que la automoción no es el principal factor contaminan­te de las ciudades, como ya se ha señalado en muchas ocasiones. Calderas, aviación o buques en las ciudades de puerto contaminan mucho más, pero tienen mejor imagen en la opinión pública.

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