La Razón (Cataluña)

La industria está haciendo sus deberes; la Administra­ción, no

► Las empresas de automoción invertirán cerca de 300.000 millones de euros hasta el año 2035 para la fabricació­n de coches cien por cien eléctricos

- Carlos de Miguel. MADRID

La directiva de la Unión Europea que obliga a los fabricante­s de automóvile­s a construir únicamente vehículos movidos por motores eléctricos a partir del año 2035 ha tenido diferentes respuestas. Mientras los fabricante­s se han movilizado y han presentado fuertes inversione­s y planes de electrific­ación muy eficaces, parte de los cuales ya los estamos viendo en la oferta de modelos que actualment­e se presenta ante el consumidor, las administra­ciones públicas, con excepción de los países nórdicos, han sido mucho más lentas en su reacción y el ejemplo español es quizás el más claro de toda la UE, con un retraso clamoroso respecto a los planes de electrific­ación. De poco vale que haya coches eléctricos si no hay cargadores donde alimentarl­os.

Como señalamos, los fabricante­s están haciendo los deberes a marchas forzadas. Y prueba de ello son las fuertes inversione­s que los principale­s grupos han planteado a un plazo generalmen­te de cinco años. Cantidades importante­s que, si las sumamos, se acercan a los tresciento­s mil millones de euros. Y es que, los plazos dados por la Unión Europea son muy cortos para una industria, como la del automóvil, que programa sus inversione­s y la vida de sus productos con un horizonte de varios lustros. Un modelo nuevo suele tener varios rediseños para ir adaptándos­e a las tendencias de cada momento, pero, por lo general, la vida útil de un diseño se sitúa en el entorno de los veinte años o más.

Los europeos, en cabeza

Porque programar un coche eléctrico es mucho más complicado desde el punto de vista de ingeniería que uno de combustión interna, sobre todo, en algunos aspectos como son el chasis o la plataforma. Esta parte del vehículo debe estar preparada para albergar un importante volumen de baterías recargable­s que, además, pesan mucho. Y requieren una preparació­n especial ya que la alta tensión eléctrica que soporta podría dar muchos problemas si el aislamient­o no es perfecto. De hecho, hay rigurosos protocolos de intervenci­ón en un coche eléctrico en caso de accidente y que el uso de herramient­as metálicas ene lacto de salvar a los ocupantes puede provocar descargas eléctricas incluso mortales o incendios inesperado­s. Las marcas europeas son las que van por delante en el tema de las inversione­s en nuevos coches eléctricos, además de mostrarse muy preocupada­s en la instalació­n de fábricas de baterías para así evitar tener que depender en un futuro de los proveedore­s asiáticos. En este sentido, hay varios proyectos importante­s en marcha. El grupo Stellantis tiene avanzadas varias negociacio­nes para la construcci­ón de estas fábricas de baterías en varios puntos de Europa, especialme­nte en Francia e Italia. España no entra, en principio, en sus planes ante la ausencia de comunicaci­ón con el Gobierno Sanchez, según explicó hace pocas semanas el CEO de la multinacio­nal, Carlos Tavares.

De todos los fabricante­s mundiales, el que lidera las inversione­s en electrific­ación por el momento es Mercedes Benz, que ha anunciado invertir 60.000 millones de euros en el próximo quinquenio. Pero no se

d estaca por mucho, ya que en el mismo plazo de tiempo el grupo dedicará 52.000 millones a sus trabajos de investigac­ión y desarrollo sobre vehículos eléctricos y la tecnología del «software» necesario para su funcionami­ento. En la línea de los treinta mil millones encontramo­s tanto a Stellantis como a General Motors, aunque el plazo anunciado en este caso es hasta 2025. Y la multinacio­nal americana ya ha anunciado que esta cifra se le va a quedar corta. Ligerament­e por encima de los 25.000 millones se encuentran los planes de inversión de Ford y justo por debajo, los de la Alianza Renault-Nissan. Otra japonesa, Toyota, también ha anunciado su interés con cerca de 31.000 millones a la largo de esta década.

Paralelame­nte, la industria del motor trabaja, asimismo, en otras alternativ­as como la pila de hidrógeno que, para muchos es el futuro una vez se haya superado el ciclo de la electricid­ad. Pero ya a largo plazo, aunque algunas marcas, especialme­nte Toyota y Hyundai, disponen de modelos de serie con esta tecnología.

Cargadores

Lo que parece cierto es que los planes diseñados por las marcas van a cumplirse ya que todos tienen en su programaci­ón el fin del motor de combustión en Europa entre los años 2035 y 2040. Y algunas marcas, como Volvo, incluso antes de estas fechas. Dentro de estos planes está, lógicament­e, el incremento de las ventas de coches electrific­ados en todo el mundo. Por ejemplo, Toyota prevé vender unos 3,5 millones de coches eléctricos anuales a final de esta década. Y, en general, todas las marcas han incrementa­do las entregas de este tipo de coches en los dos últimos años. Con todos los planes en marcha y que se cumplirán según lo programado tanto por los planes de inversione­s aprobados como por los mandatos de las juntas de accionista­s, es muy posible que se dé la paradoja de que tengamos en circulació­n los coches eléctricos, pero que no haya postes suficiente­s para recargarlo­s. Sobre todo en algunos países de la UE. Y es que, mientras el norte del continente ha hecho bien los deberes, los países del sur están muy retrasados en lo que respecta a la infraestru­ctura de recarga. Unos más que otros. España viaja en este proyecto en el furgón de cola. No sólo en lo que se refiere al número de cargadores, como asimismo en el nivel de la potencia instalada.

Según las últimas estimacion­es, nuestro país cuenta actualment­e con un total de 13.411 puntos de re carga, indican los últimos re cuentos. De ellos, unos 4.800 se instalaron durante el pasado año. Pero las estimacion­es mínimas para abastecer el número de coches eléctricos en circulació­n y los que se esperan vender este año, sitúan en cien mil el número de cargadores necesarios antes de finalizar el presente año. Es decir, hay que multiplica­rlos actuales por más de siete veces. No parece labor fácil. Y menos llegar al objetivo de unos 340.000 cargadores que serían necesarios al final de esta década década para poder abastecer ala demanda que se supone tendrán en España los coches eléctricos.

Otro problema adicional es el de la potencia de los cargadores. La mayoría de las instalacio­nes tienen unos 22kwh y tan solo poco más del 10% superan esta potencia. Si ya son raros los de 50kwh, los de 150 o más son muy excepciona­les. Ello repercute directamen­te en el tiempo de recarga de los coches que, a menor potencia, mayor espera para alcanzar los niveles mínimos. Por ello nos encontrare­mos con cu ellos de botella difíciles de resolver. Largas colas en las estaciones de recarga para poder acceder a un punto libre ya que, en lugar de los quince o veinte minutos que anuncia n los fabricante­s para alcanzar un nivel de carga del 80% de la batería, la espera puede prolongars­e más de una hora.

Otro inconvenie­nte adicional se deriva de la forma de pago de la energía recibida. Hasta ahora, los automovili­stas están acostumbra­dos a pagar sus facturas de combustibl­es en las gasolinera­s mediante pago en efectivo o por tarjeta de crédito. Pero los cargadores no funcionan así. No tienen terminales para pagar con tarjeta y solo admiten pagos a través de una aplicación del teléfono, lo cual supone una complicaci­ón para una buena parte de los ciudadanos que no están familiariz­ados con este sistema. Pero, además, es que no todas las terminales funcionan con la misma APP, sino que hay que tener metido en el teléfono varias para poder acceder a según que cargador en función de la empresa a la que pertenezca. Y en las APP ha habido que recargar el dinero previament­e. Es decir, un sistema complicado que entorpece aún más un futuro incierto. Lo que parece evidente es que el Plan Moves 3 no está funcionand­o tanto en lo que respecta a la promoción de los coches eléctricos como, sobre todo, ala implantaci­ón de la infraestru­ctura de re carga necesaria. Y los fondos del PERTE, que deberían asimismo promociona­r la instalació­n de nuevos cargadores, se retrasan en el tiempo y se complican en las condicione­s burocrátic­as para acceder a los mismos.

Un dato positivo en este panorama ha sido el cambio de legislació­n aparecido en el BOE el pasado 28 de diciembre que simplifica los trámites administra­tivos para la instalació­n de nuevos cargadores. Obliga a las gasolinera­s a implantar instalacio­nes en función de su volumen de venta de carburante. Pero, de todas formas, sigue siendo demasiado farragoso.

En España existen 13.411 puntos de recarga y harían falta 100.000 para cubrir la actual demanda

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En 2030 España debería tener instalados 340.000 puntos de recarga para vehículos eléctricos
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Los fabricante­s ya han adaptado parte de sus plantas para construir coches eléctricos
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Reyes Maroto, ministra de Industria, responsabl­e del despliegue de puntos de recarga pública
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EFE

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