En este Gobierno están como cabras
Los puntos sobre las íes
trabajo a cientos de miles de españoles en una entrevista a un diario inglés? «Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados [sic]», afirmó literalmente el ministro de Consumo en El colmo del gilipollismo llegó minutos después cuando espetó a un boquiabierto periodista británico: «Los hombres no quieren comer menos carne porque ven afectada su masculinidad [requetesic]». ¿Qué carajo tendrá que ver el culo con las témporas? Los comunistas bolivarianos de Podemos y esos socios de ETA que son los sanchistas se pusieron de acuerdo hace dos años para reclamar «los lunes sin carne». Es decir, para que todos los españoles comencemos la semana absteniéndonos de jamar este proteínico alimento. Tonto el último debió pensar el Gobierno aragonés de Javier Lambán al poner encima de la mesa otra ridiculez que se comenta por sí sola. «Comer gusanos como alternativa sostenible», era el leit motiv de la campaña que les debió de costar a los contribuyentes aragoneses un ojo de la cara. Dos frases se me vinieron instantáneamente a la cabeza: «¡qué asco!» y «¡que Lambán se meta los gusanos donde le quepan!». Más barrabasadas: por ejemplo, otra iniciativa de Alberto Garzón en la que instaba a prohibir la publicidad dirigida a niños de dulces, pasteles, helados y zumos. El zasca que le metió Ayuso provocó en los liberales de este país una sensación parecida al orgasmo: «Drogas sí, dulces no». Tal vez lo que habría que hacer es impedir legalmente la presencia en el Gobierno de España de personas que están como cabras, como las maracas de Machín o como una regadera. O quizá bastaría con recordarles la leyenda que escribían en las paredes de París los jóvenes revolucionarios que protagonizaron Mayo del 68: «Prohibido prohibir».