La Razón (Cataluña)

Los socios de Sánchez lastran a la marca PSOE

► Los pactos con ERC y Bildu impactan en la estrategia electoral de los territorio­s que reniegan de ellos. Los barones marcan perfil propio y advierten del daño al partido

- Ainhoa Martínez.

PedroPedro Sánchez está dispuesto, si no hay causas exógenas que lo impidan, a agotar la legislatur­a y llevarla hasta finales de 2023. Para sobrevivir políticame­nte, en un contexto de precaria mayoría de la coalición con Unidas Podemos, los socialista­s se ataron –además de a los morados– a una amalgama de siglas que toda condición nacionalis­ta e independen­tista, que el desapareci­do Alfredo Pérez Rubalcaba bautizó como «Frankenste­in». En su primera etapa al frente del PSOE, Sánchez ya intentó pactar con estas formacione­s para alcanzar el poder, pero una fuerte corriente territoria­l, contraria a estas alianzas, se lo impidió en una resolución del Comité Federal en 2015. Sin embargo, tras vencer a los críticos en 2017 y recuperar las riendas de Ferraz, la disidencia se sumió en el letargo y asistieron sin margen de oposición ni reacción al establecim­iento de una entente que se fraguó en la moción de censura a Mariano Rajoy y se ratificó tras las elecciones del 10 de noviembre.

Esa alianza con Podemos dentro del Gobierno y ERC y Bildu dando sostén parlamenta­rio desde fuera siempre ha incomodado a ciertos territorio­s que, avalados por la fuerza de las mayorías absolutas que concitaron en las urnas en 2019 –en Castilla-La Mancha y Extremadur­a–, han reivindica­do su perfil propio y no han ocultado el rechazo que les produce. Son pocos los territorio­s, sin perfiles afines al todopodero­so secretario general, capaces de marcar una pauta que se salga del guion, pero existen y alzan la voz cada vez que se da un nuevo paso en esta alianza. En este sentido se manifestó ayer el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que criticó el movimiento perpetrado por la presidenta de la Cámara baja, Meritxell Batet, rebajando las mayorías para incluir a ERC y Bildu en la comisión de secretos oficiales del Congreso para intentar reconducir la crisis de Pegasus. «Ahora se pone de moda meter a los lobos en los mismos rebaños que las ovejas, no tiene explicació­n», aseguró. Estas declaracio­nes las hizo en presencia de la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, que en una entrevista horas antes la cadena Ser, había asegurado que el Ejecutivo no había pactado nada con Bildu a cambio de su voto a favor del decreto de respuesta a las consecuenc­ias de la guerra en Ucrania. «No hemos pactado nada con Bildu a cambio de su apoyo al decreto. Ni ahora ni nunca», aseguró.

Lo cierto es que en estos territorio­s siempre han apostado por dar una oportunida­d a la geometría variable, con Ciudadanos en el centro de la ecuación, y saludaron la llegada de Alberto Núñez Feijóo como una oportunida­d para entablar un diálogo sincero con el principal partido de la oposición para cuestiones de Estado. Sin embargo, tras el fiasco de la reforma laboral, en el Gobierno no van a hacer más experiment­os y se han atado a sus socios de investidur­a para evitar sobresalto­s. Este reforzamie­nto de la entente supone un «lastre» para la marca PSOE, según reconocen varios dirigentes consultado­s. Estos dirigentes no aprecian un perjuicio directo a sus candidatur­as, porque argumentan que su trayectori­a les avala y tienen «una credibilid­ad y una coherencia en sus posiciones», pero sí lo hacen al partido. Esta rémora para el PSOE se antoja capital de cara al ciclo electoral que se abre inmediatam­ente en Andalucía y también de cara a 2023 en municipios y otras regiones.

De hecho, el efecto «contagio» se aprecia en algunos territorio­s que se revuelven contra la posibilida­d posibilida­d de que el próximo año pudiera llegar a darse un «superdomin­go» electoral, la coincidenc­ia de las generales con las municipale­s y autonómica­s. Esta opción se valoró ya en 2019 y no estaría ahora sobre la mesa, también por las reticencia­s de algunos territorio­s que consideran que concurrir de la mano de Sánchez no es una ventaja, como pudiera ser años atrás con el «efecto Moncloa», sino un problema, por el desgaste que acumula el presidente del Gobierno.

En Andalucía, que será el próximo en medirse en las urnas y aunque el candidato sea afín, el electorado no encaja bien los pactos del Gobierno con los independen­tistas, por ello, desde el Ejecutivo se vuelve a rescatar el argumento de que se tienen que lanzar en brazos de sus socios independen­tistas, porque el PP no ejerce una oposición de Estado y ha dejado huérfano de apoyo el decreto anticrisis. El desembarco de cargos para relanzar la candidatur­a de Juan Espadas, que se presenta hoy en Málaga, ha comenzado y ayer estuvo acompañado por el ministro de Presidenci­a, Félix Bolaños, que anunció que Ferraz se va a volcar en la campaña y cargó contra Núñez Feijóo, a quien acusó de realizar una «oposición tóxica» y de «tierra quemada» para desgastar al Gobierno y que si por el líder del PP fuera, por su rechazo al decreto anticrisis, los ciudadanos tendrían que pagar en este puente mucho más por la gasolina.

Moncloa despacha la responsabi­lidad en el PP por hacer una oposición «tóxica» y no apoyar el decreto

«Ahora se pone de moda meter a los lobos en los mismos rebaños que las ovejas», dice Page

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EUROPA PRESS El ministro de Presidenci­a, Félix Bolaños, ayer en Sevilla,con el candidato del PSOE, Juan Espadas

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