Errejón niega que diera una patada a un hombre al que negó un «selfie»
► La Fiscalía pide su absolución y el denunciante insiste en que le propinó un puntapié: «Me sentí humillado»
«Yo no he dado una patada en mi vida», se defendió el diputado de Más País en el juicio
UnaUna supuesta patada a un vecino de Lavapiés (Madrid) de la que la Fiscalía no ve ninguna prueba llevó ayer ante el juez a Íñigo Errejón. Separados por apenas dos metros de distancia, tanto el diputado de Más País como el denunciante, de 68 años, perseveraron en sus versiones. Errejón negando la patada. El sexagenario, insistiendo en que sí le propinó un puntapié tras negarse a fotografiarse con él la noche del 2 de mayo del pasado año. El parlamentario, que si el hombre no atendió a razones; el comerciante jubilado (400 euros al mes de pensión), que si pensaba que era más simpático y que aunque es votante del PP, que no ultraderechista –matizó ante las insinuaciones de Errejón extramuros del tribunal–, se quiso hacer una foto con él «porque es famoso». Y vuelta a lo mismo.
Y por si fuera poco, en ese bucle de versiones asomaba una y otra vez «un hombre de color» que pululaba esa noche por ahí, un descuidero que acechaba a los acompañantes del político y que agarró con fuerza al denunciante cuando, tras recibir ese presunto punta pié, gritó que iba a llamar a la Policía. La decepción fue que «el famoso negro» (como, cansado de tanto equilibrio lingüístico,lo definió un abogado) no compareció como testigo. Porque en un momento dado, y ante las pertinaces versiones divergentes de unos y otros, parecía el único capaz de aclarar el embrollo del altercado valle in c la nesco,máspr opio de un sainete quede una sala de justicia.
Cuatro horas de dimes y diretes, testigos incluidos, tras las cuales la fiscal pidió su absolución (como también hizo el abogado de Er rejón) ante lo que considera una clamorosa falta de pruebas y la defensa del denunciante, que se conde ne al político al pago de 7.500 euros por un delito leve de maltrato.
«Yo no he dado una patada en mi vida», aseguró el diputado de Más País al juez visiblemente molesto. Y es que para la defensa del político, la patada «no se produjo», por lo que el denunciante «falta a la verdad», lo que «ha erosionado», dijo, la imagen pública de su cliente. La Fiscalía, en esa misma línea, considera que «en ningún caso» se ha probado que «esa patada haya existido» y recalcó que no se aprecia en las imágenes grabadas ni consta lesión alguna en el dictamen forense.
Por contra, la defensa de Alberto D. cree que sí le propinó un puntapié, «a lo mejor solo para apartarle», «en un mal momento», lo que según su criterio supone la comisión de un delito leve de maltrato. Errejón explicó que tras tomar unas cervezas con unos compañeros de partido al terminar la campaña de las elecciones autonómicas del pasado año, el hombre le pidió una foto de forma insistente y que se limitó a apartarle con el brazo. Sin embargo, Alberto D. ratificó que el parlamentario le propinó «una patada en los intestinos», que calificó de «violenta» –»echó el cuerpo para atrás»- y que lo hizo con «desprecio». «Me sentí humillado». El vecino que le acompañaba esa noche corroboró sus palabras. Errejón explicó al juez que el hombre se dirigió a él «en un tono un poco burlón» y que tras negarse a hacerse el «selfie», se fue calentando. «Son casi las once, ya no estoy trabajando y me voy a mi casa que comienza el toque de queda», asegura que le dejó claro.
La situación se volvió «cada vez más incómoda» hasta que el sexagenario le espetó contrariado, según él en tono irónico: «Venga hombre, ¡si yo te pongo a parir en redes sociales!». A partir de ahí, sus versiones chocan frontalmente. Para uno, la patada. Para el otro, los insultos de un empecinado acalorado. El juez decidirá.