¿Son los creadores del hoy?
► El autor, nieto de masón e imparcial en su tratamiento de la sociedad secreta, realiza un trabajo admirable al rastrear su historia
¿Son, los masones, los sombríos relojeros invisibles que marcan el reloj de la Historia? ¿Por qué a veces incitan al odio o la devoción fanática? ¿Por qué se convirtió en el credo de la nueva nación americana? ¿Cómo terminó el ojo masónico, que todo lo ve, en el billete de un dólar? John Dickie responde esas preguntas y muchas más. Además de recordarnos que la masonería acepta la ciencia galileana de que la tierra se mueve alrededor del sol y, por tanto, el astro siempre estará en su equinoccio en alguna parte, nos explica cómo saturaron la Historia posterior a la Ilustración. Cinco reyes de Inglaterra, catorce presidentes de EE UU, Goethe, Casanova, el duque de Wellington... Dickie podía haber comenzado en Edimburgo a fines del siglo XVI o en el Londres de principios del XVIII, porque fue en esos lugares donde los masones despegaron, construyendo una red flexible pero efectiva de logias que funcionaron como una especie de gremio para la élite de los oficios de la construcción y los trabajadores de la «piedra libre». El autor regresa a esas ciudades en los capítulos tercero y cuarto del libro narrando la transformación de las primeras asambleas y la compleja creación de mitos que la acompañó. Pero su ensayo comienza en Lisboa en 1743, con la infame historia de Coustos, un francmasón suizo detenido, juzgado y torturado por la Inquisición portuguesa por vender lo que se conocería entre los adeptos como el «Oficio». Promovieron la tolerancia religiosa, el pluralismo y la libertad de conciencia, junto con un igualitarismo formal entre sus miembros, quienes sin rechazar la jerarquía y las diferencias de estatus trataban a sus compañeros como personas de igual dignidad y valor. Alentaron el aprendizaje y la investigación científica, apoyaron obras de caridad y fomentaron un enfoque pragmático y utilitario de los negocios. Sus logias sirvieron como laboratorios para una especie de constitucionalismo práctico que capacitaba a los miembros en formas protodemocráticas de autoorganización y autogobierno. De esta manera, así fue como los masones, según se desprende de estas páginas, hicieron su contribución al mundo moderno.
Lo mejor
Que va más allá del mundo académico; es una obra amplia, sintética y muy bien concebida
Lo peor
La triste reflexión final sobre el olvido de un grupo que luchó para actuar en comunidad