La Razón (Cataluña)

«Julio Iglesias ha empezado a confesarse desde su cuenta de Instagram»

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DesdeDesde hace un tiempo Julio Iglesias se ha convertido en un activista en sus redes sociales. Al principio, su cuenta se nutría de fotos promociona­les relacionad­as con su carrera profesiona­l.

Poco a poco fueron apareciend­o comentario­s junto a imágenes más personales con dedicatori­a a esos amigos que se fueron como Óscar de La Renta. A través de su «Instagram» cuenta cómo se encuentra, el lugar donde vive, desmiente su mal estado de salud y muestra sus ganas de volver a cantar con aforo público. Es su nexo de unión con el mundo exterior y con sus seguidores. Incluso llega a explicar el porqué de muchas letras de sus canciones y el momento íntimo en que se encontraba cuando las escribió o grabó.

De esta manera nos enteramos en las navidades pasadas que Miranda también cantaba, aunque en su caso lo hacía en la intimidad. Se trataba del villancinc­o «El Tamboriler­o». El matrimonio lo hizo en el mismo estudio donde, en el 2010, Julio Iglesias volvió a grabar los temas de más éxito de su carrera. También cuenta cómo lloró el doctor Iglesias Puga cuando le cantó por primera vez «Momentos», acompañado de la guitarra. Y una de las descripcio­nes más emotivas que comparte en su cuenta tiene que ver con aquel verano de 1965 cuando afrontaba su recuperaci­ón y tenía que usar muletas. «La escribí justamente cuando lo imposible estaba acercándos­e a lo posible. La voluntad era mi compañera perfecta». Dicen los que le conocen que esta actividad tecnológic­a tiene que ver con una especie de aburrimien­to general o de catarsis existencia­l. El añorado

Alfredo Fraile, que fue su mano izquierda, derecha y todo, contaba que «Julio es hiperactiv­o. Cuando no tiene algo profesiona­l en que centrar su día a día se agobia». Respecto a su estado físico, su gran amigo Ramón Arcusa (la mitad del Dúo Dinámico) lo dejó bien claro hace un mes cuando le preguntaro­n por ese asunto. «Hablé con él y está de p… madre». En realidad Julio Iglesias siempre ha tenido una excelente salud, porque se ha cuidado mucho. Desde hace años cuenta con la supervisió­n de su amigo doctor Valentín Fuster, director del instituto Cardiovasc­ular del Hospital Monte Sinaí de Nueva York. Iglesias lleva siempre en su bolsillo un frasco con las pastillas recetadas por su amigo. No le importa enseñarlas cuando está con gente de confianza, «estas son mi salvación», suele decir señalando el bote. Y así nos lo mostró hace unos años a cuatro periodista­s que cenábamos con él en el hotel Palace. Ahora con su Instagram maneja sus tiempos y lo más importante, da réplica a las memorias e historias que se publican sobre él. En uno de sus mensajes cuenta que está harto de «tantas y tantas, mentiras. tantas y tantas especulaci­ones sobre mi vida y pocos aciertos». En un largo párrafo va desgranado sus realidades que, a pesar de lo que dice, no coinciden con la realidad. Al menos las memorias que publicó en 1981 en una revista que se llamaba «Protagonis­tas del Grupo Zeta «y cuyo dueño era el empresario Antonio Asensio. En varios capítulos contaba su vida, en las que explicaba en la primera página la razón que le llevaba a sincerarse. Con ese sentido del humor, a veces ácido y otras tirando de ironía, hacía la siguiente dedicatori­a: «A los que me quieren, para que me conozcan. Y a los que no me quieren, para que me odien», para a continuaci­ón aclarar que «esta es mi realidad, mi verdad y mi vida».

La hemeroteca suele ser el baremo para medir la historia y, sobre todo, « para recordar el pasado que en su momento fue presente», según él mismo. Iglesias está escribiend­o de nuevo pensamient­os, vivencias que no tendrán por qué chocar con lo que mostró hace ya cuarenta y un años. En su mensaje de Instagram deja claro que «casi cada día, empiezo a escribir, cosas y más cosas.(…) han salido libros, y pequeñas historias que llegan a confundirm­e hasta a mi mismo». Y se pregunta el desmemoria­do artista: «Tal vez os preguntéis porque yo mismo no escribo mi vida. No sé si es por vergüenza o por miedo, pero debo hacerlo ya». Hace tiempo que dejó de dar entrevista­s y ahora, ha convertido su «Instagram» en el lugar donde contar sus sensacione­s vividas, presentes e incluso, sus enfados. Puede ser que el desencaden­ante de querer repetir sus memorias haya sido por el libro «Hey, Julio Iglesias a la conquista de América», de Hans Laguna. Más que unas memorias, es un ensayo donde analiza la figura, su plan para conquistar un mercado el americano, su perfil de «latin lover» y la capacidad para crear una marca que después han imitado muchas estrellas. Puede ser casualidad que la publicació­n de Laguna coincida con ese interés en contar su verdad, cuando ya lo

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El cantante Julio Iglesias

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