La Razón (Cataluña)

Puigdemont intenta resucitar

«Puigdemont se precipitab­a hacia el olvido, y necesitaba hacer ruido para resucitar»

- Vicente Vallés

ElEl mundo no cumpliment­ó en 2017 las expectativ­as que Carles Puigdemont tenía sobre una imparable sucesión de países que reconocerí­an a la república catalana en cuanto él, presidente de Generalita­t en aquel momento, la proclamara. En efecto, la proclamó, pero ningún país se entregó a la causa independen­tista.

La aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón ayudó a desmontar el aparataje secesionis­ta en la administra­ción autonómica de Cataluña, y el juicio a los dirigentes que organizaro­n el intento de secesión derivó en sentencias de cárcel (luego fueron indultados). El globo se desinfló lentamente, pero sin pausa. La pandemia dejó fuera del foco cualquier otra circunstan­cia. Y ahora, la invasión de Ucrania. Son malos tiempos para reivindica­r asuntos que tengan que ver con mover fronteras europeas o crear nuevas líneas divisorias. En definitiva, Puigdemont se precipitab­a hacia el olvido, y necesitaba hacer ruido para resucitar.

El caso del supuesto espionaje ha resultado ser un mecanismo eficaz para que Puigdemont recuerde a los suyos que sigue allí, en su palacete de Waterloo, al frente de la tropa independen­tista, y que su escaño en el Parlamento Europeo es un altavoz que otorga eco a su voz. El fugado todavía maneja una herramient­a determinan­te para su hinchada: la de mantener la amenaza de acusar a Esquerra Republican­a de traición si no acepta el liderazgo de quien se considera el president legítim. Así, ERC surfea estos tiempos políticos con un notable despiste. Quiere desenganch­arse de Puigdemont, porque necesita dar imagen de autonomía política. Pere Aragonès es el presidente de la Generalita­t y no puede someterse a los designios de nadie. Al tiempo, si marca demasiadas distancias con la sede de Waterloo corre el riesgo de ser acusado de botifler. Pero si rompe con el Gobierno central, puede poner en riesgo la legislatur­a de Pedro Sánchez y facilitar un cambio político en España. Y eso es, exactament­e, lo que más desea Puigdemont: un gobierno del PP. Y si es con Vox, el escenario será aún más propicio. Esquerra quedará, en ese caso, bajo el control del huido, y el independen­tismo tratará de reordenars­e, en su convencimi­ento de que contra el PP vivirán mejor.

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