El secesionismo pone en duda el espionaje a Sánchez
► Junqueras cuestiona la veracidad del caso y el Govern exige una reunión urgente con el presidente
El independentismo reaccionó ayer con cierta celeridad al espionaje a Pedro Sánchez y Margarita Robles, y lo hizo para poner en duda la veracidad del caso. Con más o menos intensidad, todos los partidos recelaron en público de las revelaciones de Félix Bolaños por desviar el foco del llamado Catalan Gate y llegaron a decir que se trata de una «cortina de humo» para no investigar a fondo. Es decir, el independentismo teme perder de nuevo el pulso y quedarse descolgado de la polémica, esfumarse de la agenda pública.
El propio Ejecutivo de Aragonès trató de redoblar la presión y «responsabilizó» al Gobierno del caso Pegasus pese al espionaje a Sánchez y Robles–«sea por acción u omisión, sea porque han permitido porque han dejado hacer o porque lo sabían»–, además de centrar su discurso en criticar la «doble vara de medir» sobre la gravedad del espionaje dependiendo de si se trata o no del independentismo.
«Todo espionaje político es de extrema gravedad. Hace días que lo denunciamos sin obtener explicaciones del gobierno español. Cuando el espionaje masivo es contra las instituciones catalanas y el independentismo, silencio y excusas. Hoy, todo son prisas. Hay que asumir responsabilidades ya» denunció el president Aragonès en un mensaje a través de las redes sociales fijando el posicionamiento oficial de la Generalitat. Luego, en una comparecencia de urgencia en el Palau, la portavoz volvió a poner sobre la mesa las exigencias del Govern: una comisión de investigación independiente que esclarezca lo sucedido, una reunión urgente y cara a cara con Pedro Sánchez –«la puede demorar, pero no evitar»– y que se «asuman responsabilidades» con «dimisiones». Y aquí la Generalitat sigue apuntando hacia la ministra Robles pese haber sido espiada con Pegasus. El Gobierno va falto de «confianza y credibilidad». «La confianza es casi nula», insistió la portavoz sobre las relaciones bilaterales entre Moncloa y Generalitat.
Más claro si cabe fue el presidente de ERC, Oriol Junqueras, quien compareció tras la ejecutiva ordinaria del partido para marcar la línea a seguir. Una elección nada casual para un mensaje contundente y medido: mantuvo viva la vía del diálogo, aunque puso en la diana al Gobierno elevando el tono de las críticas y reclamando explicaciones. Junqueras señaló, sin ambages, que el espionaje nace de las entrañas del Estado y advirtió al Gobierno que, cuanto más «tarde en restaurar la confianza» dando explicaciones, más difícil será recoser la complicidad con ERC.
«Por qué nosotros deberíamos dar mas crédito a un ministro cuando nos da una información que nace en sus servicios de inteligencia», aseguró Junqueras, quien también dejó claro que le genera «poca confianza» todo lo que diga Moncloa. «Nos merece mucha más confianza entidades independientes de carácter internacional», señaló sobre «The New Yorker» o CitizenLab, que informaron del monitoreo de los móviles de más de 60 independentistas.
Lo cierto es que ERC tiene que lidiar con las presiones de la CUP y sobre todo de Junts, mucho más vehementes en sus críticas contra el Gobierno. Los posconvergentes acusaron directamente a la Moncloa de maniobrar e «intentar pasar de verdugos a víctimas» en el espionaje: «Sánchez y Robles dicen ser espiados. Ahora sí que es un tema muy grave, cuando sólo afectaba al independentismo, la ministra lo justificaba. ¿Es la evidencia de que no es necesario limpiar las cloacas por si las puedes usar? ¿O una maniobra para pasar de verdugos a víctimas? ¿Bye CatalanGate? No cuela», remachó Laura Borràs.