La Razón (Cataluña)

Los pelotas de los chats buscan su momento

- Carmen Morodo

ElEl PP ha conseguido lo que no logró el PSOE, superar una crisis interna del más alto nivel en cuestión de semanas y sin que perjudique a sus perspectiv­as electorale­s, más bien al contrario. Los caídos han empezado a difundir que se sienten víctimas de un «golpe de Estado» dentro de su propio partido, en el que todo estaba diseñado con anteriorid­ad y, por supuesto, con participac­ión externa, apuntando incluso contra algunos medios. Esta teoría de la conspiraci­ón no quita para que admitan que el sucesor está en condicione­s de ganar las próximas generales, pero lo que resulta todavía más sorprenden­te es que no descartan que, a futuro, puedan llegar a protagoniz­ar otra candidatur­a a un congreso del PP.

La herencia que dejan dice mucho del factor humano, que en política funciona como en el resto de organizaci­ones humanas, con demasiadas deficienci­as en la coherencia con los principios que se defienden en público. En la etapa anterior se habilitaro­n varios chats internos, el del partido, el del Congreso, el del Senado..., todos ellos bajo control de la dirección nacional. En el del Senado, aquellos que antes aprovechab­an las conversaci­ones para vitorear al anterior «jefe» guardan ahora silencio, contienen su efusividad del pasado y esperan, prudenteme­nte, que el tiempo les permita resituarse sin caer en contradicc­iones demasiado sonoras. Solo unos pocos callaron, sin rendir pleitesía, y hoy, esta vez sí en coherencia con su actitud anterior, han recuperado con mucha discreción el habla. Del grupo de chat todavía no se ha borrado el «sheriff» de la era de Pablo Casado, por lo que está ante una oportunida­d para comprobar que, poco a poco, los mismos que les adoraban van rectificán­dose para situarse donde ahora creen que deben estar para dar aire a su carrera política.

Puede que, de momento, les venga bien que los que han llegado a Génova no quieran discusione­s sobre el equipo que hagan perder eficacia en el objetivo de La Moncloa. Pero la revolución en el equipo llegará con las listas para las generales, y para entonces es posible que de poco valgan los esfuerzos para recolocars­e a los que hacían correr ríos de emoticonos a favor de Pablo y de Teo y que ahoga buscan la manera de ser igual de generosos en el elogio con los que acaban de llegar. Pero, a poder ser, sin que les tachen de pelotas y chaquetero­s.

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