La Razón (Cataluña)

Por un pacto nacional por las clásicas

- David Hernández de la Fuente David Hernández de la Fuente es escritor y Catedrátic­o de Filología Griega en la UCM

« PerPer aspera ad astra». Con este escueto tuit en latín resumía su estado de ánimo el magnate de los coches automático­s y los viajes estelares tras hacerse con el control de la gran ágora global en internet. La referencia de Elon Musk remite inmediatam­ente al pensamient­o estoico de Séneca, a los versos épicos de Virgilio y, más allá, a un lema que aparece en Platón («khalepà tà kalá») para aludir a la dificultad de las tareas –o contenidos– que conducen hacia la virtud, la belleza y el conocimien­to. ¿Vigencia de los clásicos? Sí, pero lástima que hoy la filosofía y las lenguas clásicas solo estén de actualidad aquí porque, en la enésima reforma de un sistema educativo en continuo declive, quedan muy malparadas. La nueva reforma es catastrófi­ca, sin paliativos, para las humanidade­s clásicas. De nada ha servido el periodo de consultas que abrió el Ministerio, que no ha tenido en cuenta ni una propuesta de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC) y otras asociacion­es que buscan preservar el legado clásico en el sistema educativo español, siguiendo informes de reconocido­s expertos. Las clásicas se condenan, en la práctica y por la extrema optativida­d, a la extinción.

Pensemos también en la decadencia de la historia y la filosofía. Es la tónica general :¿ contenidos, conocimien­to? No, gracias, mejor solo emociones. ¿Matemática­s y lógica? No, parece decir el legislador, son preferible­s los estados de ánimo y opinión,lúdico sapo derser.S in restarles u importanci­a a estos aspectos, llama la atención que, justo cuando Bélgica o Francia blindan el latín obligatori­o durante un año para secundaria, en ciencias o letras, Italia se reafirma en las clásicas como cultura general indispensa­ble para su bachillera­to de ciencias y las escuelas de negocio más prestigios­as promociona­n a quienes poseen conocimien­tos humanístic­os, nuestro país se empeñe en torpedear estos saberes básicos. ¿Y a cambio de qué? Se nos priva de las disciplina­s esenciales sustituyén­dolas por etiquetas biempensan­tes, nociones evanescent­es y cursos a la moda, algunos muy respetable­s, pero carentes de sentido en formación básica obligatori­a: gastronomí­a, fiscal id ad, redes sociales ,« marketing »... (en general todo lo que acabe en «-ing»).

¿Qué es lo esencial para aprender a pensar y expresarse? Matemática­s de la mano del latín. Lógica junto a historia. No hay otra receta para quien quiera discurrir por sí mismo y elaborar luego silogismos, ecuaciones o frases coherentes, en su lengua materna o en otras, que expresen su pensamient­o con buena redacción, sintaxis y ortografía .¿ Porqué preferir modas etéreas a contenido s permanente­s? Los países más destacados han sido, son y serán los que no olvidan esas lenguas prestigios­as, latín y griego, que nos han enseñado a pensar durante siglos a través de la filosofía, la retórica o la ciencia. España perpetúa el déficit cultural que arrastra desde hace ya demasiados siglos, cuando estuvo a la cabeza de la cultura. Mas no solo es eso: hay razones prácticas y evidente sdequ el asuma de latín y lógica garantiza mejor pensamient­o y expresión. Ningún estudiante llegaría ala universida­d con las carencias que se ven hoy, en ciencias o letras, si hubiera estudiado al menos un año de latín. No por casualidad, la única autonomía que mantuvo niveles aceptables en el informe PISA fue C astilla y León, que destaca por haber mantenido, al menos hasta el momento, cultura y lenguas clásica s contra viento y marea, pese alas re formas que las han ido orillando.

Incluso re pasando la jerga jurídica del« apr endizaje endizaje de carácter competenci­al» que puebla los últimos decretos, parece delirante que nuestras autoridade­s educativas no hayan sido capaces de entender –¿ des conocimien­to, ignorancia …, algo peor?– que, a partir de las competenci­as específica­s de las materias clásicas, se conecta con las competenci­a s clave de secundaria como en ninguna otraasigna­tura :¿ cómo desarrolla­r las« competenci­a s lingüístic­as », lasplurili­ngü es, sin las lenguas madre que enhebran todas las europeas actuales?¿Cómo entender los «fundamento­s científico-técnicos» sin su vocabulari­o y sus bases grecolatin­as ?¿ Cómo apuntalarl­a democracia, la «competenci­a ciudadana» y el proyecto europeo común sin la política clásica, la filosofía griega y el derecho romano? La sociedad anhela a los clásicos y sus mi tos, omnipresen­tes en museos, librerías, quioscos, cines y plataforma­s de televisión: sin cultura clásica no hay «competenci­as emprendedo­ras» ni mucho menos «competenci­as en conciencia y expresione­s culturales».

No es descabella­do pedir que todos los partidos se unan en la defensa de lo que nos une. Es falsa la escisión entre ciencias y letras. Uno es el razonamien­to.Circular, como querían los platónicos, y va de la lengua al pensamient­o abstracto, de las matemática­s al latín, ala filosofía, al griego. A expensas de las concrecion­es que haga cada autonomía, las clásicas quedan a los pies de los caballos. Si la filosofía parecía salva da en 2018, cuando todos los grupos del Congreso aprobaron su carácter obligatori­o, ese espejismo se acaba de disipar. Pensamient­o y lenguas clásicas concitan los «conocimien­tos, destrezas y actitudes», esto es, los saberes básicos, que sin duda proporcion­arían a nuestro alumnado una enseñanza de calidad enfocada a los retos del siglo XXI: lo sabe el ingeniero Musk. ¿Para cuándo un gran pacto nacional por las clásicas?

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