Es hora de decir «no» al maldito gas ruso
Oleksandr Riepkin
PreservarPreservar la democracia y la paz en el continente europeo es tan importante para España como para Ucrania. Pero, ¿cómo lograr este objetivo si, desde el comienzo de la guerra, la Unión Europea ha pagado a Rusia 35.000 millones de euros por el suministro de energía? Al mismo tiempo, Ucrania sólo ha recibido 1.000 millones de euros de los países de la UE para armamento. «Necesitamos menos aplausos y más ayuda», ha reconocido el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
La UE no puede seguir guiándose por el principio de la «realpolitik» y comerciar con Vladimir Putin sin darse cuenta del genocidio del pueblo ucraniano. En el momento en que los altos cargos rusos amenazan públicamente incluso a los países europeos con una agresión militar, la única salida posible es el rechazo total de Europa a los recursos energéticos rusos.
Estonia, Letonia y Lituania han dejado completamente de importar gas de Rusia desde principios de abril. Polonia ha declarado que lo abandonará a partir de 2023. Alemania está reduciendo su dependencia de la energía rusa más rápido de lo previsto. Finlandia ya habla de «semanas y meses», no de años, antes de que el país deje de consumir energía de Rusia.
Cada contrato de hidrocarburos rescindido perjudica a Putin. Pero para salir de la aguja del gas del Kremlin, los sectores energéticos de nuestros países deben conseguir una alternativa potente al gas y al petróleo. Definitivamente será (y ya lo es en parte) el hidrógeno, que Ucrania podrá producir y exportar en grandes cantidades.