Andrés Neuman y la nueva paternidad
El escritor retrata su vivencia como padre en la obra «Umbilical», uno de sus libros más personales
Andrés Neuman ha trabado una serie de textos breves, que frisan diferentes géneros, la poesía, el ensayo y la narración más pura, para reflejar el «aprendizaje de la paternidad desde diferentes ángulos» y dar cuenta de la experiencia que supone para una persona «una nueva vida». «La brevedad me parece natural, me gustaba mucho, parecía equilibrar con acierto la existencia de un ser microscópico con una escritura a escala», asegura con desenvoltura y sentido del humor. «Umbilical», que publica Alfaguara, es la glosa de una vivencia, la de la gestación, nacimiento y primeros meses en la vida de un bebé, a través de un texto con las formas procedentes del microrrelato o el texto breve y las dimensiones que suele proporcionar la novela, con su hilo argumental y personajes reconocibles, pero que, al mismo tiempo, también parte de lo autorreferencial y las coordenadas de lo biográfico. Una obra que no orilla cierto asombro, pero también da cuenta acertada de los temores que abordan, o desbordan, a un padre ante lo que le sobreviene. «Tengo la impresión de que llegamos a la paternidad y la maternidad con demasiadas ideas preconcebidas y discursos que acaban condicionando las experiencias. Pero yo siempre he preferido las vivencias desprejuiciadas», admite el novelista, pero no obvia que existe un sentimiento común para los padres que parte de la suma resultante de esas sensaciones que son el miedo, la fragilidad, la vulnerabilidad y la responsabilidad. «Esta experiencia te pone delante de la inevitabilidad y de ese miedo a que le pase algo a tu criatura, a que se caiga, se golpee, a que llegues tarde para evitarlo. Mi inconsciente tiene más miedo cuando está dormido que cuando está despierto porque estoy más atento». Pero también reconoce una de las grandes aportaciones que ha traído el siglo XXI y que ha ayudado, de manera especial, a los hombres: «Uno de los síntomas saludables de las transformaciones que ha habido entre los hombres y las mujeres es que estas son colectivas, que empecemos a hablar y podamos ficcionar y escribir sobre estos cambios de paradigmas y alternancia de las tareas que antes estaban suscritos a un género. Las formas de la paternidad están por contarse todavía».
Inversión de papeles
Neuman aclara que «no se trata de invertir los papeles, sino de alternar y compartir. Antes, las costumbres eran fijas, estaban enquistadas, y si repasamos cuántas películas, novelas y obras de arte hay entre padres y bebés, nos daremos cuenta de que no existe un repertorio demasiado extenso». Durante las tareas comunes que conlleva el cuidado de un recién nacido, el escritor se dio cuenta de que tenía que haber docenas, cientos, miles de padres en ese momento realizando la misma acción que él: «Traté de recordar si había leído alguna descripción de la escena que en ese mismo instante estaba haciendo yo mismo, y me di cuenta de que existe una especie de silencio colectivo alrededor de estos instantes con el hombre como protagonista. Ahora me siento en la necesidad de conversar con otros hombres para poner en común dichos instantes. Los padres necesitamos espacios de diálogos para crear una comunidad de paternidades que las mujeres, por evidentes razones históricas y políticas, han necesitado tejer mucho antes que nosotros».
Y Neuman señala una de las paradojas que ha traído la revolución femenina en las últimas décadas: la liberación del hombre y la posibilidad de que ahora ellos también ejerzan la paternidad, y no limitarse como hasta hace relativamente poco a la figura tutorial del padre, algo que la tradicional distribución de papeles les había arrebatado. «Ahora la paternidad te concede el espacio de gozar físicamente y de manera plena de tu hijo cuando es un bebé. Esto es una maravilla. Algo que no nos habían enseñado y me parece un terreno conmovedor y uno de los efectos benéficos que ha procurado la revolución femenina».