La novela como reflejo de la vida
Opinión
Ya ganó el Premio Primavera con su libro «La noche soñada» y ahora se alza nada menos que con el de Novela Fernando Lara. El autor que en sus páginas nos convenció de que, a pesar de todo, el dolor posee cierto capital de consolación, cierto poder paliativo, como ya nos demostrara en anteriores entregas literarias como «Con el amor basta», ha confesado que «las novelas son un reflejo de lo que he vivido, de lo que he sufrido, de lo que leo e incluso de lo que como». Ese narrador, ha ido, «gutta cavat lapidem», ganando en profundidad y carnosidad hasta terminar conformando verdaderas fábulas sobre la existencia humana a través de un prosa levantada contra el horizonte ineludible de la búsqueda. Las distintas búsquedas. Por eso abrimos cada uno de sus libros con esa despaciosidad con que abordamos todo texto en que hemos depositado nuestras esperanzas de lector y donde, a las pocas páginas, notamos que nos ha atrapado en un red tupida e invisible, propia de la mejor literatura, que nos agarra el corazón para zarandearlo y dejarlo tan dolorido como esperanzado.
En pocas literaturas es posible sentirse tan rápida y plenamente a gusto como en la suya, porque es como llegar a un sitio agradable donde encontraremos un discurso provechoso y profundo. Desde «Una tienda en París», los libros de Máximo Huerta no están hechos para ser leídos con demasiada prisa. Hay que revisitar, en ocasiones, el último párrafo, porque una frase nos ha espoleado.
Así, nos dejamos mecer de forma morosa por sus tramas y nos permitimos ser deslumbrados por destellos de hermosura. Porque cada tramo contiene una posibilidad de hospedaje, una propuesta de descanso en tanto que mucho de lo humano está recogido en sus obras. Especialmente el amor, «porque me gusta como materia y me interesa el paso del tiempo y la memoria como temas principales. Las grandes novelas han versado del amor en todas y cada una de sus variantes», repite el autor de «Que sea la última vez», «El susurro de la caracola», «No me dejes» o «Firmamento».
Cada nuevo libro de Máximo Huerta es una habitación sin amueblar donde las respuestas contienen muchas de las preguntas formuladas. Sus novelas son el lugar al que reconocemos pertenecer cuando pensábamos que no pertenecíamos a ninguno. Suponen un viaje que nunca termina porque consiste en intentar llegar al finar para volver a comenzar de nuevo.
Toda su obra es el primer día de primavera en pleno mes otoño porque en sus personajes y en sus tramas arden todos los significados. Para quienes amamos la novela como forma literaria y no solo como entretenimiento, Huerta es un escritor gratificante. Pocos utilizan la frase con tanta eficacia para explorar el funcionamiento de la psicología humana como él. Por tanto, a la espera de leer la obra ganadora de este premio, recordemos que hay relatos a los que se le ve la maquinaria, como los relojes caros, y otros a los que no. Mírenle las tripas a su próxima novela... y hablamos.