Comprar ropa deja de ser una prioridad para el consumidor
► El sector asume que hay otras preferencias de gasto como el ocio
El sector textil vive en una crisis casi permanente desde 2008. La pandemia del coronavirus llegó casi sin tiempo de recuperarse de la larga década de penurias que dejó la Gran Recesión. Luego vino un temporal no visto en décadas en España, Filomena, que lastró todo un semestre y ahora una guerra en Ucrania con unos efectos inflacionistas colaterales devastadores. Una suma de desgracias que lo han llevado a la UCI, de donde ahora trata de salir enfrentándose a otro hándicap importante: las preferencias del consumidor por gastar en otras cosas que no sean ropa.
Eduardo Zamacola, presidente de la patronal Acotex, asegura que «somos conscientes de que ya no somos una prioridad para el consumidor». Es, dice, «una realidad que la gente prefiere salir a restaurantes, viajar... y la ropa ha dejado de ser una prioridad» tras el coronavirus. Una tendencia que ya venían viendo antes y que ahora se ha agravado, como reflejan sus cifras. En 2021, cuando se presuponía que el textil despegaría, su facturación se hundió un 16,71% con respecto a 2020, hasta los 8.902 millones de euros, afectada en parte por Filomena, que destrozó las rebajas de enero de 2021, y ese cambio de preferencias del consumidor. Un retroceso que se suma al -41,26% de 2020 propiciado por el coronavirus desde los 18.078 millones de euros que registró en 2019.
Un dato pone en evidencia este cambio de preferencias de las familias. El gasto medio familiar en ropa fue de 786 euros en 2021, 117 menos que en 2020 y a años luz de los 1.881 euros de 2006.
Frente a los desastres de 2020 y 2021, el arranque de este ejercicio está siendo al menos positivo para el textil. En los cuatro primeros meses, su facturación ha crecido de media un 19%. Un porcentaje muy modesto para el presidente de Acotex teniendo en cuenta del pozo del que vienen, aseguró Zamacola en la presentación del informe anual del sector de 2021.
Por ahora, el sector se contenta casi con sobrevivir. Aunque no es fácil. En estos dos años, muchos se han quedado por el camino. En el último año se han cerrado 2.429 tiendas, con la pérdida de 8.586 puestos de trabajo. En la actualidad, hay 44.672 establecimientos frente a los 61.891 que había antes de la pandemia, mientras que la cifra de trabajadores ha caído en 35.266, hasta los 163.846. Los que siguen adelante lo hacen en una situación «muy precaria», explica Zamácola. «Ahora tenemos la espada de Damocles con la devolución de los ICO, necesitamos financiación», advirtió.