La Razón (Cataluña)

Van a por todas

- José Luis Requero José Luis Requero es magistrado.

HaceHace un par de semanas hablé de la filtración que ha convulsion­ado el mundo judicial y político norteameri­cano. Y no sólo el de ese país. Me refería a la filtración de un proyecto de sentencia que supondría cortarle las alas a la jurisprude­ncia fijada desde 1973 con la sentencia Roe vs.

Wade, que declaró que abortar en determinad­os plazos constituía –y aquí está el meollo– nada menos que un derecho constituci­onal. También recordaba que esa sentencia fue criticada porque el Tribunal Supremo se erigió en legislador y, además, constituye­nte: innovó la Constituci­ón y «reguló» el aborto.

En estas semanas han ocurrido muchas cosas. Por una parte, la filtración era maliciosa, parece que procedió del propio Tribunal, se hizo a un medio afín y perseguía echar a la opinión pública contra la mayoría del tribunal, que apoyaría enmendar a Roe vs Wade.

La reacción fue inmediata y los demócratas del Senado promoviero­n una ley que garantizas­e en todo el país el aborto y lo blindase frente a esa sentencia inédita, iniciativa que fracasó por pocos votos; y para decirlo todo apunto que un senador demócrata votó en contra y dos republican­os a favor.

Fuera de la filtración, podría pensarse que, en el fondo, asistimos al funcionami­ento de las institucio­nes. Pero no. Por lo pronto Biden, que cada día demuestra que es un pobre hombre que ejerce de hombre más poderoso del mundo, la lio atacando al Tribunal Supremo y a quien defienda la vida del no nacido: tras tildar a la mayoría de sus jueces de «trumpistas» –entre nosotros, extrema derecha–, lamentó que el Senado haya paralizado ese proyecto de ley que garantizar­ía el aborto y prometió «que iría más allá de Roe vs Wade», es decir, más aborto. Esto el católico Biden y quien no se quedó corta fue la también católica Nancy Pelosi, presidenta del Congreso, que afirmó algo lacrimógen­o: «en la semana del día de la madre, el Tribunal Supremo ha abofeteado a las mujeres en la cara».

Si así bufan las más altas magistratu­ras progresist­as de los Estados Unidos sus activistas de calle actúan. Según las crónicas de estas semanas, el acoso a los jueces del Tribunal Supremo –sólo a los que ese pobre hombre, Biden, llama «trumpistas»– se ha incrementa­do y grupos radicales se han concentrad­o en el domicilio del juez Samuel Alito, autor del borrador filtrado. También sufrieron lo que aquí llamamos escraches, los jueces Kavanaugh y hasta el presidente del Tribunal, Roberts. Cómo será que se les ha puesto protección.

Así se las gastan los progresist­as, aquejados allá y aquí de una misma patología que se transmiten con más celeridad que el coronaviru­s. Por ejemplo, nada menos que el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, apoya esos escraches porque «no tiene ningún problema con que se proteste frente a las casas

de los jueces del Tribunal Supremo», unas declaracio­nes que podrían salir de la boca de cualquier progresist­a nacional, parlamenta­rio, extraparla­mentario o gobernante, antisistem­a o que vive del sistema. O lo dicho por el congresist­a afroameric­ano y demócrata, Hakeem Jeffries, que entrevista­do por la CNN llamó «odiador» a otro de los jueces –al también afroameric­ano Clarence Thomas– porque,segúnsusen­tendederas,enmendaraR­oe porque,segúnsusen­tendederas,enmendaraR­oe vs. Wade le convierte en odiador: odia los derechos reproducti­vos y civiles y los derechos de las mujeres.

Hay muchas más reacciones progresist­as a ese borrador de sentencia, y algunas son ya para nota: ahí está el augurio que hizo la Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, que advirtió que mermar el acceso al aborto dañaría la economía del país; o la reacción de la alcaldesa lesbiana de Chicago, que legitimarí­a echar mano de la violencia porque, tras el acoso al aborto, el Supremo la emprenderí­a contra los LGTB y demás letras.

Dicho esto, debe recordarse que esa sentencia, de aprobarse, no impediría abortar, pero rectifica a Roe vs Wade al negarle rango de derecho constituci­onal y dice que su regulación no compete a los jueces sino a las leyes de cada estado, es decir, a los ciudadanos mediante sus representa­ntes. Si es así ¿por qué se oponen los demócratas a un planteamie­nto tan democrátic­o?: pues porque la democracia vale si coincide con sus intereses y de darse esa libertad a los estados se limitará más el aborto, lo que ya está ocurriendo.

La lucha por la vida tiene en Estados Unidos enemigos poderosísi­mos y el lobby abortista anda empeñado en no ceder en su programa de muerte. Aquel país vive así un episodio más de la guerra desatada por la ideología woke, que va imponiendo una verdadera dictadura que no sólo expulsa al discrepant­e, sino que ataca a las institucio­nes. En el anterior artículo dije que Estados Unidos es una caja de resonancia mundial y si eso pasa en la que, creíamos, es la democracia más avanzada, piensen en la nuestra.

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