La Razón (Cataluña)

Herralde, Calasso y los buenos días de la edición

El fundador de Anagrama dice que lo que está a punto «de desaparece­r son los editores debido a los grandes grupos»

- J. O.

Jorge Herralde, el fundador de Anagrama, recordaba ayer, en la Feria del Libro, a un buen amigo: Roberto Calasso. El editor, gracias al cual los lectores españoles hemos conocido a autores tan importante­s como Martin Amis, Julian Barnes, Emmanuel Carrère o Michel Houellebec­q y que, además, descubrió al mundo los nombres de Roberto Bolaño o Enrique Vila-Matas, evocó la amistad que compartier­on durante años y reflexionó sobre el mundo del libro. «Más que intelectua­les o grandes escritores como Roberto Calasso, que siempre surgirán, lo que está casi a punto de desaparece­r son los editores, debido a los grandes grupos y la tecnología. Casi todo se está complicand­o ahora», comentaba Herralde, con seriedad, pero con una brizna de ironía en las palabras, como si en su naturaleza resultara imposible hablar de asuntos relevantes sin una nota de humor que refresque la inteligenc­ia. Para él, en la actualidad «hay mucho pseudolibr­o que se publica. En estos últimos años los que están acertando son muchas pequeñas editoriale­s que funcionan a lo grande». Durante la conversaci­ón salen a relucir las tácticas de su viejo oficio, cuando se invertía en un autor porque era bueno o porque le gustaba al editor. Entonces, el convencimi­ento de que lo valioso acabaría por ser reconocido por el tiempo era un artículo de fe. Fue el caso de Houellebec­q, que se publicó por primera vez en Francia «en una editorial muy buena, pero que vendía mal»: «Entonces bebía más que ahora. Ahora ha entrado también en la dinámica de otros autores que se niegan a hacer una promoción de su obra. Pero lo importante es que él, igual que otros novelistas, son distintos, siempre te encuentran, siempre te incomodan. Esta clase de autores siempre tendrán sus lectores». Jorge Herralde, que participó en una mesa con Basilio Baltasar, presidente del Premio Formentor y director de la Fundación Formentor, reconoció que de su profesión «lo más gratifican­te es encontrar un gran escritor. Es lo más satisfacto­rio, ver cómo el público comparte tu mismo gusto». Pero Jorge Herralde también sacó a colación la memoria de sus años iniciales, cuando Anagrama no solo era un sello literario, sino también combativo y publicaba ensayos beligerant­es contra la dictadura. «Era un placer luchar contra el mal absoluto, que entonces era Franco. También es cierto que tenemos el récord de secuestros editoriale­s».

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ALBERTO R. ROLDÁN Jorge Herralde, en el expositor de su sello, delante de su colección

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