La Razón (Cataluña)

Domingo García. «Cómo no te voy a querer»

► El Real Madrid ofreció la Copa de Europa y la Liga en las institucio­nes oficiales antes de llegar a una abarrotada Cibeles y a un Bernabéu con ganas de celebració­n. Hazard confirmó que se queda

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«DecíaGary«DecíaGary Lineker que el fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania. La Copa de Europa la juegan once contra once y siempre ganan éstos», decía el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida señalando a los jugadores del Real Madrid a los que recibió con todos los honores en la sede del Ayuntamien­to.

Antes, la plantilla del campeón de Europa y de España había pasado por la catedral de La Almudena y por la sede de la Comunidad de Madrid para ofrecer los dos trofeos. La presidenta, Isabel DíazAyuso, no había dudado en ponerse la camiseta del Real Madrid que le habían regalado con su nombre. Antes levantó la réplica de la Copa de Europa que entregaron a la Comunidad como si fuera Marcelo en París. Ayusó habló de los «gadgetobra­zos» de Courtois que habían llevado al Real Madrid a ganar su decimocuar­ta Copa de Europa.

Para el guardameta belga también guardaba un recado el alcalde de la ciudad. «Los del lado bueno también somos los que lloramos en Lisboa a tu lado», comentó.

El paso por las institucio­nes era el trámite necesario de los futbolista­s antes de celebrarlo con quien deben, con los aficionado­s. «Este año más que nunca han sido nuestro jugador número 12», reconocía Dani Carvajal. El lateral derecho, que hizo un partido espectacul­ar en París contra el Liverpool, fue el canterano que puso la primera piedra de la Ciudad Deportiva de Valdebebas, donde compartió el protagonis­mo con Alfredo Di Stéfano. Con la Decimocuar­ta ha igualado a Don Alfredo. Cinco han ganado cada uno.

Los aficionado­s esperaban al Real Madrid en Cibeles. Allí donde se celebran los triunfos, donde el pueblo pidió que Butragueño ocupara La Moncloa después de los cuatro goles a Dinamarca en Querétaro. Florentino Pérez se bajó del autobús para dejar el protagonis­mo a los jugadores y al cuerpo técnico técnico encabezado por Carlo Ancelotti. Esta vez sin puro, quizá para que no le vuelvan a ofrecer uno en medio de una conferenci­a de prensa.

Los futbolista­s cambiaron la camisa, la corbata y la chaqueta del traje por una camiseta con el número «14» y el nombre unificado «Champions». Pasaron de ser Clark Kent a Supermán. Benzema era el único que tapaba la camiseta de la celebració­n, arropado con una bandera con el escudo del Real Madrid.

A Marcelo, emocionado, le cos

taba hablar. La final de la Liga de Campeones era su último partido como madridista. Como símbolo de su trayectori­a en el club llevaba cinco anillos con el escudo del Real Madrid, uno por cada Liga de Campeones que ha ganado. Como si fuera un jugador de la NBA. Sólo pudo comenzar a cantar «Cómo no te voy a querer» antes de que le siguieran todos los aficionado­s que los esperaban alrededor de la fuente.

«[Quiero] Agradecero­s a todos el apoyo que nos habéis dado este año. Sin vosotros no hubiéramos conseguido esta Copa. Ahora, a disfrutarl­o, que somos campeones de Europa», animaba Carvajal. Después fue Ancelotti el que cogió el micrófono antes de llamar con una sonrisa en la boca a Vinicius y a Rodrygo. «Así gana el Madrid», decía el autor del gol de la Decimocuar­ta. «Cómo no te voy a querer», cantaba el héroe de la semifinal contra el Manchester City. Por allí pasaron varios, incluso Toni Kroos se animó con el himno de la Décima. Y hasta hubo alguna promesa: «He pasado tres años con lesiones y muchas cosas, pero el próximo año voy a dar todo para vosotros», aseguraba Eden Hazard. Inmediatam­ente se le echaron encima los compañeros para abrazarlo. El belga participab­a de las celebracio­nes. Bale era uno más. Un espectador más mientras sus compañeros festejaban y Marcelo se emocionaba por penúltima vez al ponerle la bufanda y la bandera y dar un beso a la diosa Cibeles.

Al Bernabéu llegaron con retraso sobre el horario previsto, como la final en la que consiguier­on la Decimocuar­ta. Sobre el césped les esperaba un espectácul­o de luz y sonido presentado por Miki Nadal. El estadio se quedó a oscuras, iluminado por una pantalla y por las linternas de los móviles de los aficionado­s presentes en las gradas. Algunos de ellos repetían, ya habían estado en París en la final. Por la pantalla desfilaron todas las Copas de Europa ganadas por el club. Desde la primera, en 1956 hasta la del sábado.

«Cierro un ciclo aquí, en el mejor equipo del mundo. No es un día de tristeza, es un día de alegría porque hemos ganado el mejor trofeo del mundo, éste», decía Marcelo agarrando la Copa. «Muchas gracias por las noches mágicas que hemos vivido aquí. El futuro del Madrid está muy buen con los jóvenes», añadió el capitán. Después lo mantearon y comenzó la fiesta sin fin.

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FOTOS: ALBERTO R. ROLDÁN / EFE El expresiden­t y líder del JxCat, Carles Puigdemont­Od se cupione achuciem us et
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El Ayuntamien­to, la sede de la Comunidad de Madrid y la catedral de La Almudena fueron los pasos de la Copa antes de llegar a Cibeles
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